-El cerebro de Kennedy, de Henning Mankell: mezcla de moralina (barata, baratísima) con las perplejidades (enormes) de los suecos ante su propia vida y una trama entre banal y desquiciada. Lo leí en diagonal, que es lo peor que se puede decir de una novela. Mankell era interesante en su serie de Kurt Wallander: con todos sus fallos (muchos: tramas débiles para ser novelas policiacas, una simpleza grande en la Weltanschauung) el personaje estaba vivo y era un manual de antropología nórdica. Después de eso, Mankell se arrastra por el mundo de la novela, aunque no se baja de la lista de los más vendidos. Adios, Mankell, fue bello mientras duró.
-Diarios de la motocicleta, de Walter Salles, sobre la juventud de Che Guevara. Se presenta como el relato del viaje de dos amigos desde Argentina a Venezuela, con la circunstancia secundaria de que uno se llama Ernesto Guevara. Lo que se ve en realidad es una representación del nuevo Jesucristo: idealista, sufre (escenas de asma con tratamiento cercano al de la Pasión), es puro (su amigo es en cambio un ligón), ama a todos: a diferencia de las monjas de una leprosería, que van con guantes, él toca a todos los leprosos. En la escena culminante cruza el río para pasar la última noche con ellos, dejando al otro lado a los médicos y las monjas. La escena más chusca es una en la que las monjas no le quieren dar de comer porque no ha ido a Misa, algo que hacen también con los leprosos, pero no os preocupéis, que después los propios leprosos le llevan su comida: han descubierto en él al redentor. En su viaje por América descubre que los indígenas son el corazón de esta (en concreto, de México al estrecho de Magallanes: no sé por qué no incluye a los indios norteamericanos) y hay varias referencias despectivas a los españoles: las paredes de Cuzco hechas por los incas se comparan a las simples paredes de los españoles (los incas / los incapaces, je, je). La siguiente escena es Lima, símbolo de bodrio gigante que representaría la aportación española. Furioso me puse. Al final sale una imagen 'real' del amigo del Che, ahora ya muy mayor, contento de haberlo conocido, aunque su personaje sólo sirve de contrapunto negativo al Che. Esa imagen confirma la pretensión documental de la película, que por otra parte está basada en los Diarios del Che (no en estudios serios sobre su vida). Esto es lo que nos venden y veo con horror que mucha gente se lo traga.
Por lo demás, los actores muy bien, el paisaje muy bien, escenas divertidas. Pero un panfleto como hacía tiempo que no veía.
¿Y qué hacía yo viendo esa película? Eso es lo que me pregunto. Por la mañana había tenido una pelotera con un amigo, que comparaba al Che con la Madre Teresa (los dos querían ayudar a los pobres) y quería ver la película para tener argumentos.
Otro amigo me recomendó un libro de Jorge G. Castañeda, La vida en rojo. Una biografía del Che Guevara, Madrid, Santillana, 1997 (otra edición en Folio, Madrid, 2003), donde parece que lo pone en su sitio. Queda pendiente para leerlo.
La tragedia de América del Sur es que se ha equivocado de redentor, y repetidamente.
Mi única experiencia con Mankell fue decepcionante, no recuerdo ni el título. Lo otro, bueno, la culpa la tienes tú, sólo tú. ¿A quién se le ocurre? Madre Teresa...
ResponderEliminarFantástico comentario (como verás, hoy me estoy poniendo al día), enhorabuena. Dile a tu amigo que, para desengrasar, se lea el capítulo dedicado a la Teología de la Liberación en el libro "Informe sobre la fe", una larga entrevista de Vittorio Messori al entonces Cardenal Ratzinger (editado por BAC popular), que estoy leyendo casualmente en este momento. De esta exposición lúcida y crítica, me permito -abusando de la hospitalidad que me presta tu blog- entresacar el siguiente párrafo: "Creo que el marxismo, en su filosofía y en sus intenciones morales, es una tentación más profunda que otros ateísmos prácticos, intelectualmente superficiales. La ideología marxista aprovecha elementos de la tradición judeocristiana, aunque transformada en un profetismo sin Dios; instrumentaliza para fines políticos las energías religiosas del hombre, encaminándolas a una esperanza meramente terrena, que es el reverso de la tensión cristiana hacia la vida eterna. Y es precisamente esta perversión de la tradición bíblica lo que engaña a muchos creyentes, convencidos de buena fe de que la causa de Cristo es la misma que proponen los heraldos de la revolución política" (página 209).
ResponderEliminarSí, soy culpable de haber caído en ver esa película.
ResponderEliminarVerónica: como siempre, los textos de Ratzinger son puro oro. ¡Y el pobre ahora en un viaje tan complicado!
Guevara, al igual que Fidel, son senoritos cualquesquiera, proceden de "familias bien", gente que despreció a los demás de generación en generación. Esos no son los salvadores del pueblo!
ResponderEliminarMe quedo con NSJC!