Más de arte en Graz

El otro día quería contar todo lo que hice el sábado, pero me alargué en el relato de la mañana. El hecho es que por la tarde nos tomamos un cafe en uno de los innumerables patios que hay en el centro histórico de Graz, holgazaneando y haciendo caso omiso (es decir, sin hacer ni caso) a las sugerencias de los dueños del café, que, no sé por qué, parecía que querían que nos fuéramos. Hablábamos más alto de lo normal aquí (tema para comentar despacio otro día), pero había mesas libres. No sé, sería porque les parecíamos unos gorrones quizá, aunque como son tan educados no sabes si es así o no, o es que hay una ley que dice que uno no puede estar en una terraza más de media hora (que todo puede ser).

Yo aproveché luego para ir al Museo de Arte Contemporáneo, porque con la entrada de Eggenberg me salía gratis (no estaba dispuesto a pagar 6 euros).

Es lo más llamativo de Graz, como se puede ver, empotrado entre casas antiguas. Lo que no iba a hacer era pagar 6 euros sólo por es0, sabiendo que además lo que ofrecían era una exposición de Arte Minimal, Conceptual y Povera, es decir, lo más aburrido del arte contemporáneo. Pero como era gratis, pues allá que me fui. [Sin comentarios].

Después, estuve en el patio del Gobierno Regional / Nacional de Estiria (Landhaushof Graz), donde había un concierto del Spielmannszug de Graz (tienen página web), una banda de música. Tocaban bien y se estaba muy bien allí, rodeado de la tercera edad, todo muy tranquilo, durmiendo el sueño centroeuropeo. Entre medias, bailaba un grupo de danzas regionales de la zona: gran entusiasmo y bailes regionales, es decir, un poquito aburrido (sólo podemos exceptuar los bailes andaluces), aunque era bonito de ver. En medio, uno al acordeón y alrededor unas diez parejas de todas las edades. Nos pusimos a imaginar qué sería cada uno. A uno le pusimos de nombre Humboldt y dedujimos por su pinta que era catedrático de física teórica con afición a los bailes regionales, otro fue declarado empleado de banca, sin posibilidad de apelación. Los vestidos de las mujeres eran muy bonitos, pero los de los hombres, esos pantalones de cuero cortos con tirantes me recordaban demasiado a la infancia como para tomármelos en serio.