En el Departamento de Filología Clásica de la Universidad de Graz: muy amables; me dejan entrar en la biblioteca, incluso me ofrecen la posibilidad de llevarme los libros a casa si quiero. También puedo fotocopiarlos si quiero. No me piden ningún carnet. No haré comparaciones, no quiero amargarme las vacaciones, con lo que estoy disfrutando aquí, pero que tomen nota, por ejemplo, en el Departamento de Filología Clásica de la Complutense, donde tuve que arrastrarme por el suelo para conseguir mirar algún libro, yo, que soy profesor universitario de esa rama. No quiero pensar qué pasaría con una persona cualquiera.
Entro en una librería: un libro me interesa. Le digo al dependiente que quiero comprarlo. Saco la cartera y me doy cuenta de que no tengo dinero. Me dice: lléveselo, ya me lo pagará. No doy crédito.
En los pasillos de la Universidad se puede fumar.
Todo el mundo es muy amable.
Empiezo a considerar seriamente la posibilidad de quedarme aquí, al menos mientras siga Zapatero.
Al menos mientras sigas haciendo tus entradas en Compostela, por mí tienes permiso.
ResponderEliminarPero no te olvides que aquí tenemos que montar la resistencia.
Caramba, ya que no puedo huir, me apunto yo también a la resistencia cívica contra este disparate de gobierno. ¡Ánimo, no hay Zapatero que cien años dure!
ResponderEliminarA parte de tu fijación con el de siempre (que puedes conseguir darle más importancia de la que tiene), no sé, pero a lo mejor en Graz son extraordinariamente amables, pero no necesariamente tiene que ser así en el resto del país (especialmente en la capital).
ResponderEliminarY no es por nada, pero el detalle de la librería también pasa aquí, aunque quizá no con extranjeros (hablarás muy bien alemán ;-).
Dios mío, quiero salir de mi país...
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