lunes, 10 de julio de 2006

Zidane

Quién supiera escribir [poesía]
Si yo fuera poeta (como otros) dedicaría tiempo a escribir un poema heroico sobre Zidane.
Empezaría con la infancia del héroe, en Marsella, sin caer en lo políticamente correcto: nada de alianza de las civilizaciones argelina y francesa, nada de buen rollito entre nativos e inmigrantes; hablaría del muchacho que desarrolla un don, en apariencia banal: sus pies son como sus manos (esto tendría que pensarlo para poder decirlo de modo noble).
Seguirían sus hazañas épicas en torno al mundial del 98 y la Eurocopa del 2000. La clase, la jerarquía, la serenidad, la delicadeza. Iría salpicando el relato de pequeños fallos, de desplantes, de accesos de cólera, que anunciasen la hecatombe final.
Pasaría por sus años de jugador en Italia como el momento iniciático de la prueba: ante el peligro de italianizarse, el héroe Zigane se quedaría sólo con lo bueno de ese país, por lo que su juego no se resentiría en absoluto e incluso profundizaría en su belleza.
Momento culminante: su gol en la Liga de Campeones con el Real Madrid. Clímax en el partido con Brasil de este mundial.
La tentación: obtener para Francia una gloria vana. El peligro de ganar otro mundial a costa de vender su gloria.
El momento de la hybris: se toma la justicia por su mano. Topetazo, como un carnero dispuesto al sacrificio, al símbolo de lo peor de Italia. El fútbol de repente pierde todas sus bambalinas y se descubre que es un escenario de poder, de la política como arte florentino. Zidane deja su verdad en el momento de la despedida.
Su hundimiento: el degollamiento público, la masa voluble que ahora le rechaza. La grandeza del héroe en su derrota.
Confianza íntima: he hecho lo mejor, le he dado a Francia el sabor heroico de la derrota, para que viva en el fútbol su tragedia desde la segunda Guerra Mundial (e incluso desde la Revolución Francesa): esa derrota no aceptada todavía y que Francia debe aprender. Me inmiscuiría en el relato para establecer conexiones con la derrota española.
Comparaciones: la piltrafa Maradona divinizada a pesar de su marrullería (gol con la mano). La soberbia pueril de Cruyff frente a la grandeza de Zidane. Pelé convertido en publicista de Viagra.
Paralelismos con Héctor; Francia como Troya.
Pero yo no soy Homero.
ACTUALIZACIÓN: Los de la FIFA, que deben de ser masones, le acaban de dar el Balón de Oro, para intentar doblegar su leyenda, pero no lo conseguirán.

5 comentarios:

  1. No sé qué tendrá que ver el Balón de Oro a Zidane con la masonería.

    El cabezazo de la final ha sido una reacción que mereció la expulsión (y la pérdida del partído). No sé si eso es un momento final de ὕβρις.

    Ahora, también deberíamos saber qué le dijo el jugador italiano. No para disculpar a Zidane, sino para entender qué paso.

    A mí no me gusta el fútbol, pero incluso con el exabrupto de ayer, no deja de ser un gran jugador.

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  2. Lo de la masonería era una broma. Lo que quería decir era que para conseguir una historia trágica no es lo mejor que te den un premio; yo esperaba un ritual de troceamiento de Zidane. Quizá sea demasiado grande para eso y los mediocres no se atrevan con él.

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  3. Me encantó.(Salvo lo de Maradona)
    Me basta con saber que por lo menos una persona en el mundo lo sintió como yo.

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  4. De acuerdo en todo. Cada vez que recuerdo el climax de ZIDANE se me ponen los pelos de punta. Y tienes razón, Zidane además de jugador es persona (no personaje como Maradona)y como creo que tu pretendes hacer ver... domina la historia de su país. quízá tb haga esto Maradona..

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  5. debo recordar que a ZIZOU no le dieron el Balón de Oro después del mundial, (EL de hojalata se lo llevó, Cannavaro). Zinedine fue el mejor jugador del mundial, creo recordar. Cada vez que veo el gol que vistió la novena de blanco pienso; que honor tuvo RCarlos por tocar el balón antes de que ZZ pintase la Gioconda del fútbol moderno. Simon.

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