jueves, 4 de mayo de 2006

Más de refranes

Hace unos días mencionaba un refrán, apoyándome en una mención a san Jerónimo en otro blog. Hacía mal y cometía un grave pecado para un filólogo, porque partía de una referencia secundaria para afirmar una idea mía, la de que no hay una cultura 'popular', manifestada en los refranes, por ejemplo, sino que siempre hubo alguien concreto que lo creó, aunque luego se convirtiese en un refrán popular.
Como me piqué por lo que decía sobre esa anotación un comentarista amigo, hice lo que tenía que haber hecho primero, leer el texto original. Lo pongo aquí por su interés y por la cita. Es una traducción apresurada, por lo que agradecería correcciones; además no hay ninguna edición moderna fiable del texto. Dice así:
San Jerónimo Comentario a la Carta a los Efesios en tres libros, introducción*:
Si quidquam est, Paula et Eustochium, quod in hac vita sapientem virum teneat, et inter pressuras et turbines mundi aequo animo manere persuadeat, id esse vel primum reor, meditationem et scientiam Scripturarum. Cum enim a caeteris animantibus hoc vel maxime differamus, quod rationale animal sumus et loqui possumus: ratio autem omnis et sermo divinis libris contineatur, per quos et Deum discimus, et quare creati sumus non ignoramus: miror quosdam exstitisse, qui aut ipsi se inertiae et somno dantes, nolint quae praeclara sunt discere: aut caeteros, qui id studii habent, reprehendendos putent.
Quibus cum possim districtius respondere, et breviter eos vel offensos dimittere, vel placatos, multo esse melius Scripturas legere, quam augendis et cumulandis opibus inhiare: illud dicam, quod vel apud iniquissimum judicem obtineam, placere mihi otium meum, et solitudinem omni celebritate jucundiorem videri. Et quomodo ego non reprehendo, non damno quod faciunt: ita illos ineptias meas mihi debere concedere. Parum eloquens sum, quid ad te? disertiorem lege. Non digne Graeca in Latinum transfero: aut Graecos lege (si ejusdem linguae habes scientiam); aut si tantum Latinus es, noli de gratuito munere judicare, et, ut vulgare proverbium est: Equi dentes inspicere donati. Numquid te manu conserta in jus traho, quia nostra non scribas [Forte legas]? Me imperitior quisque lecturus est: tua forsitan dicta si scripseris, Tullius admirabitur. Numquid aut Tertullianus beatum Martyrem Cyprianum, aut Cyprianus Lactantium, aut Lactantius Hilarium deterruit a scribendo?
Si hay algo, Paula y Eustoquio [dos mujeres, discípulas suyas], que en esta vida mantenga a un varón sabio y le persuada de mantenerse con ánimo tranquilo entre las fatigas y agitaciones del mundo, afirmo que eso es -y lo primero- la meditación y conocimiento de las Escrituras. Como nos diferenciamos de los demás seres vivos sobre todo porque somos un animal racional y podemos hablar, y toda la razón y discurso se contiene en los libros divinos, por los cuales conocemos a Dios y no somos ignorantes de por qué hemos sido creados, me asombro de que haya algunos que se entreguen a la pereza o al sueño y no quieran aprender lo principal, o piensen que hay que reprender a otros que se dedican a ello.
A esos, aunque podría responderles con acritud que es mucho mejor leer las Escrituras que pavonearse mientras aumentan y acumulan sus riquezas, y dejarlos u ofendidos o calmados, les diré aquello que quizá mantendría ante un juez felón: que me agrada mi estudio y que la soledad me parece más alegre que una gran celebridad. Y así como yo no les reprendo y no critico lo que hacen, también ellos deben concenderme con mi ineptitud. Soy poco elocuente, ¿pero tú qué? Lee a otro más erudito. No traduzco bien del griego al latín: bien, lee a los griegos (si tienes conocimiento de esa lengua) o si sólo sabes latín, no juzgues de un trabajo de aficionado, y como dice el refrán popular: Observar los dientes de un caballo regalado. ¿Es que a ti te voy a denunciar con las manos atadas, porque con la nuestra no escribes. Alguno más inexperto que yo me va a leer: tus opiniones si quizá las pones por escrito, Cicerón las admirará. ¿Es que Tertuliano le impidió escribir al santo mártir Cipriano, o Cipriano a Lactancio, o Lactancio a Hilario?
El texto es interesante por muchos motivos:
-esa idea de que el hombre se distingue de los animales por la razón y el lenguaje, algo bien sabido pero que ahora se está poniendo en duda.
-la defensa del valor del estudio de la antropología a la luz de la Biblia, que tan bien supo hacer Juan Pablo II en su Teología del Cuerpo.
-otro ejemplo del amor de san Jerónimo a la Sagrada Escritura, él, que tuvo que hacer tremendos esfuerzos para estudiarla cuando lo que le atraía era la literatura latina clásica.
-una justificación de san Jerónimo de por qué escribía comentarios a la Sagrada Escritura a pesar de las acusaciones de poca preparación por parte de otros más eruditos.
-una muestra de su carácter fuerte. Era famoso por sus malas pulgas, que no le impidieron ser santo.
-testimonio del refrán, que no es exactamente como lo transmitían. En este texto me parece que tiene mucha más fuerza. De todos modos, sigo pensando que no es popular en el sentido de que lo haya creado 'el pueblo'; seguro que se puede encontrar un testimonio anterior (seguiré investigando).
*Commentariorum in Epistolam ad Ephesios libri tres (Patrologia Latina ed. Migne, vol. 26, 537-538 )

2 comentarios:

  1. Siento haberte picado un poco. No era mi intención. Pero me alegro si te espoleó para esta interesantísima traducción. Con la tesis de fondo (todo lo popular tuvo un anónimo pero individual creador) estoy plenamente de acuerdo contigo, demos o no demos con el primero que decidió no mirarle los dientes al caballo regalado.

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  2. Claro, siempre hay alguien que la dijo por primera vez. Imposible que la haya recitado un coro o un pueblo a coro.

    Yo pensé que tu idea era que no había tanta sabiduría "popular" sino que muchos dichos los había creado un "erudito".

    Eso sería interesante para desconfiar un poco de lo popular. Pero no es bueno desconfiar del todo de lo popular, puesto que si hay una capacidad del hombre de llegar a la verdad aún siendo un humilde sin instrucción, si hay una escuela, aunque no perfecta, de la vida, es posible que la frase la haya acuñado un humilde anónimo luego de largos años (y pruebas, y errores) de experiencia.

    Y me fui por la ramas. Saludos.
    Juan Ignacio.

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