A mí me da como agobio pensar en vivir en un país con poca más población que la provincia de La Coruña, así que no tengo tentaciones de hacerme estonio, pero sí que me gustaría estar metido allí, entre los treinta mil componentes de coros que cantan para los ochenta mil del público.
Los vídeos, con esos tipos humanos tan distintos, son además fascinantes de ver:
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