No sé si lo he dicho ya, pero si que lo he pensado: como la ardilla que cruzaba España de árbol en árbol de la leyenda, yo podría pasarme la vida leyendo solamente libros de amigos, hasta el punto de que llego tarde a algunos, como este:
Aventureros del Nuevo Mundo. Héroes y villanos que forjaron la América hispánica, es un libro, muy gozoso de leer, de Javier de Navascués, catedrático de Literatura Hispanoamericana, que aquí demuestra una enorme sintonía y una comprensión honda de la América conquistada por los españoles hasta la independencia. Lógicamente, brillan especialmente los retratos literarios, como los de Alonso de Ercilla, el Inca Garcilaso y sor Juana Inés de la Cruz. Los he leído con el interés del que no sabe nada y querría enterarse por fin, pero es que también va mencionando muchos otros autores para mí absolutamente desconocidos, por ejemplo algunos que escribieron crónicas que se han dado a conocer casi ahora, tanto los que intentan apresar la realidad de ese universo nuevo que se encontraron los españoles que allí fueron como los que intentan explicarles a los españoles lo que es la realidad vivida de unas gentes en otros parámetros.
Hay retratos de algunos personajes que sí que conocía, como José Nicolás de Azara o Jorge Juan, pero no sabía nada de algunos que acabaron en el mito indigenista, como Tupac Amaru. Hay de todo en las vidas que tan bien y de modo tan entretenido cuenta, pero siempre, y lo agradezco mucho, con piedad, para los de vidas heroicas y para los de vidas fracasadas. Como es un buen libro de historia, la realidad compleja de la vida humana da para asombrarse, compadecerse, admirar y sonreír ante personas en un mundo de naturaleza a veces tan hostil y con distancias tan enormes con la metrópoli y entre los territorios que lo conformaban.
Me ha quedado una idea de una América mucho más compleja, en la enorme mezcla de razas (y yo no contaba con que el peso de la esclavitud africana fuese tan grande), en la gobernación que me ha parecido como sostenida con alfileres de unos territorios gigantescos, de una complejidad inmensa (lo que cuenta de los primeros tiempos de Chile, con un dominio más en el papel que real, es muy interesante).
Da un gran respeto lo que se realizó allí, con grandes logros y muchos fracasos. Este libro no pretende centrarse en la leyenda negra ni hacer un panegírico, aunque en buena parte cuente cosas asombrosas y admirables. Es ilustrativo su acercamiento a Blas de Lezo: sin quitarle nada de su heroísmo, nos muestra un hombre humano, como se ve por algunos datos que aporta, pero no tan suprahumano como algunos han querido hacerlo, hasta extremos ridículos.

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