A estas alturas de la vida

Hoy cumplo años, cincuenta y ocho, y ya no hay duda de que, por el lado de la madurez, me voy acercando al otro lado, lo que llaman vejez: todavía no, pero me acerco. Siempre he tirado a viejuno, pero ahora con más motivo tengo que escapar de la tentación de querer jovenear.

El repaso que he estado haciendo del blog en estos últimos tiempos me está ayudando a tener algo más de perspectiva, con veinte años de trasfondo: creo que ahora soy menos impulsivo, que entro a menos capotes, que soy más paciente (con momentos de impaciencia prontista frente a los procrastinadores) y que miro con más distancia los vaivenes de la política. O me gustaría que fuera así. 

Creo -eso espero, así me gustaría que fuera- que comprendo más los defectos propios y los ajenos. Estoy muy agradecido a Dios del amor que me tiene y del cariño del que me ha rodeado. Tengo una suerte tremenda.

Aquí con cara como de persona mayor