Está muy bien Una decisión original. Guía para casarse por la Iglesia (Madrid, Palabra, 2023), de Nicolás Álvarez de las Asturias, Lucas Buch y María Álvarez de las Asturias. Yo he puesto una foto de Amazon de la 2ª edición, pero lo que yo leí es de la tercera: es claramente un libro necesario ahora, cuando se está generalizando la convivencia como esposos, pero sin casarse. Las leyes de divorcio hacen muy fácil romper matrimonios y las bodas van camino de equipararse con las antiguas Bodas de Plata, cuando ya los dos estén bien asentados, completamente seguros de que se quieren de verdad y con la oposición aprobada y una casa en propiedad, a ser posible.
A mí me da pena que la gente no se case. Ya sé que la presión ambiental y hasta las políticas sociales van en contra, pero me gustaría que la gente se casase, porque es mejor para ellos, con el componente de riesgo y dificultades que seguro que van a encontrar. La renuncia a las formalidades y la ausencia de compromiso, que se disfraza de autenticidad, lleva a unas relaciones que no pueden ser tan de entrega como en el matrimonio, aunque también haya matrimonios con falta de compromiso. Yo querría que la gente se casase, que se casasen muy enamorados y que tuvieran ayuda en toda su vida matrimonial para saber superar las dificultades. Y que su matrimonio se llenara de la bendición de los hijos.
El libro es muy positivo, muy animante, facilitando la comprensión de lo que es un sacramento, el del matrimonio, en la Iglesia.
A mí es un tema que me preocupa especialmente. Me alegro 'desproporcionadamente' cuando alguien a mi alrededor decide casarse o tener hijos con tanta presión como hay en contra- muchas veces se oye decir que la presión es al contrario- presión para tener niños-, pero en mi experiencia personal es al revés: hay más murmuración, cotilleo e incluso desprecio cuando una persona dice, por ejemplo, que quiere tener un tercer hijo que cuando deja a su marido o mujer por otra persona. Al menos así lo suelo ver en mi entorno.
ResponderEliminarEs un tema en el que unos días soy optimista y al siguiente soy pesimista. Y vuelta a empezar. Por un lado está esa gente que piensa que todo ha de ser perfecto y que piensa que cualquier mínimo contratiempo es un apocalipsis: esa me preocupa menos, el 'fondo' lo tienen ahí; les falla aceptar la realidad de nuestra naturaleza imperfecta. Pero por otro lado veo a mucha gente que se acerca al matrimonio con más bien poca 'buena fe', sin ninguna intención de esforzarse y de ser fiel a los compromisos- ni siquiera a los civiles, qué decir ya de los religiosos-.