lunes, 20 de enero de 2025

Industrias y andanzas de Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio

Supongo que es la tercera o cuarta vez que lo leo. Tenía un gran recuerdo de él. Hasta lo puse en la lista de mis 100 libros favoritos. Ya en 2005 lo incluía entre unas recomendaciones para hispanoamericanos que ahora cambiaría bastante.

El hecho es que estoy volviendo a leer novela y en parte estoy revisando mis propios gustos de hace tiempo. No sé si ha llegado el caso con Alfanhuí, libro que me sigue pareciendo sólido, aunque en esta lectura no me ha convencido tanto. Lo he leído en una edición patrocinada por El Mundo, de muy mal papel. Creo que aquí se comprueba lo de Juan Ramón Jiménez de que “En edición diferente, los libros dicen cosas distintas”. Creo que en parte me ha gustado menos esta vez por el tipo de papel y el tamaño y forma de la letra: así soy, qué le vamos a hacer.

Si fuera más audaz, me embarcaría en una comparación de esta novela con la pintura española de la primera mitad del siglo XX, ver qué hay en ella de los paisajes de Benjamín Palencia, de los tipos humanos de Zabaleta, de figuras como las que aparecen en Gutiérrez Solana. Armando Pego habla de neorrealismo maravilloso: quizá haya conexiones que se podría hacer con algunas de las primeras cosas de Fellini o películas como Milagro en Milán de Vittorio de Sica, de 1951.

Destacaría también la cuestión de los colores. Es una novela de 1952, supuestamente en esa España en gris y negro, pero ahí tenéis, del mismo año, Helena o el mar del verano: las dos novelas están restallantes de colores. En Alfanhuí está todo lleno de invenciones luminosas o que tienen que ver con colores, pájaros, animales varios, árboles pasados por transformaciones prodigiosas.

Luego, el marco genérico se lo dejo a los que saben más: sí que me parece que se da un aire lejano con la novela picaresca, pero sin picaresca: es el Lazarillo, pero protagonizado por una figura sin maldad, recorriendo el centro de España: Alcalá de Henares, Guadalajara, Madrid, Palencia. Es también un poco Pinocho, pero otra vez sin el marco moral, sin la moraleja explícita. Aunque sí que hay juicios morales: el maestro y él, los inventores, los creadores, los manipuladores de la realidad para crear un mundo nuevo, están muy claramente frente a los que ven en ellos una amenaza. Me parece muy transparente el uso de la alegoría en la obra. Quizá eso es lo que más me ha chirriado en esta lectura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario