Yo he aprovechado para leer su libro, Charles de Gaulle. El estadista rebelde. Me ha sabido a poco. Está muy bien, sobre todo el contexto histórico, las dos guerras mundiales, la crisis de Argelia, mayo del 68. Hubiera querido que tuviese el doble de páginas y se adentrase más en la biografía personal y en el pensamiento político concreto de De Gaulle. Sí que explica muy bien rasgos decisivos de su carácter, su idea de Francia contra viento y marea. He comprendido por fin el papel de la Francia resistente en la Segunda Guerra Mundial, en torno a él y su impresionante empuje personal.
Me impresiona su patriotismo, porque esa virtud la despreciamos aquí. Así nos va. También hay cosas que no me gustan de él, su posibilismo ideológico, su renuncia a la batalla cultural. En torno a eso se ha decidido la situación del mundo, y especialmente de Europa en los últimos 50 años. Francia sigue teniendo peso, pero sus gobernantes han sido deleznables estos últimos años, incluso ya desde Giscard d'Estaing, pasando por Mitterrand, Chirac, Sarkozy, Hollande y terminando en ese tipejo llamado Emmanuel Macron.
Ojalá Francia, que ha entronizado hace poco el aborto como un derecho en la Constitución, con los votos de prácticamente todos los partidos, incluido el FN, pueda salir de su postración, algo que no veo en absoluto en el horizonte: todas las opciones actuales son malas. Pero también apareció una vez una muchacha llamada Juana de Arco. Francia tiene una posición central y con su crisis estamos en crisis todos.
Los discursos de De Gaulle son una maravilla. Tenía un don para la palabra .
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