Visitamos Salzburgo desde Innsbruck este verano. Tardamos en llegar: las autopistas en Austria están todas bloqueadas; hay millones de camiones de toda Europa cruzando el país por todos los lados. A la vez, están haciendo todas las reparaciones posibles: deberían pagar a los que padecimos carreteras así, en vez de cobrarnos, con atascos intermitentes y carriles cortados, recortados o reducidos en irritantemente frecuentes intervalos.
Empezamos en Salzburgo bien, visitando la iglesia de Mülln, en un alto, y recorriendo un monte con hayas por encima de la ciudad antigua.
Comimos unos bocadillos con vistas de toda la ciudad, más bonita así que luego, callejeando. Estaba todo lleno de turistas: era como Santiago pero sin peregrinos. El amontone era grande; además había molestas bicis por el medio, coches de caballos, todo muy de ir apretados por los sitios típicos que no eran tantos. El Salzburgo en su esencia de ir viéndolo caminando no me llamó demasiado la atención. Ni las iglesias eran muy allá: más barroco italianizante del XVIII avanzado, todo recargado, agobiante. Se salvaba un poco la iglesia de los franciscanos, con una cabecera de nervaduras como góticas.
Pasamos por plazas, varias preparadas para los Festivales de música que iban a empezar en dos días. Eso quizá sí que me habría gustado: pasar una semana de conciertos en Salzburgo. Pero lo de estar de turista entre otros miles de turistas cada vez lo veo peor, también la contradicción de lo que eso supone: ser causa del problema del que uno se queja.
Vi una lápida recordando a Theodor Hertzl, el padre del sionismo, y cerca otra en la plaza sobre la quema de libros por parte de los nazis, No sé cómo es la relación de Salzburgo, y de toda Austria, con el nazismo, si en la línea de Sonrisas y lágrimas (película de quintaesencia salzburguesa y blanqueamiento de Austria respecto al nazismo) o por otras vías menos agradables.
Me gustó ver varias lápidas con poemas de Georg Trakl referidos a sitios concretos por los que estábamos pasando. No las entendía mucho, trozos de frases lo más, pero me gustaba verlas:
Tengo muy buen recuerdo de Salzburgo, de una visita de un día desde un pueblecito en Alemania donde estábamos de congreso en otoño de 2009. Supongo que, de haberte acompañado en las circunstancias que describes, me habría parecido "peor".
ResponderEliminarSí, me pilló un poco con el pie torcido esa visita.
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