lunes, 14 de octubre de 2024

Gregorio López Bravo

Tenía ganas de leer López Bravo. Una biografía. porque por un lado me había gustado mucho la que hizo sobre Álvaro d'Ors el mismo autor, Gabriel Pérez, y por otro, hace algunos años había disfrutado de un libro de homenaje: Gregorio López Bravo visto por sus amigos (está en Iberlibro) no mucho después de su muerte en un accidente aéreo, truncando una vida llena de logros: yo me había quedado admirado de su categoría como persona, en el reflejo de los que lo quisieron. 

Como el libro de testimonios de sus amigos, que os recomiendo encarecidamente, incide en el aspecto humano, este se centra más en la actividad política. Sus grandes logros fueron los que realizó tanto como Ministro de Industria como de Ministro de Asuntos Exteriores. El problema es que como fue en el régimen de Franco, los tontos, desde el PP a toda la izquierda, arrugan la naricita. No seré yo de ellos: gente como López Bravo hicieron un gran bien a España, se ponga Pedro Sánchez como se ponga (siempre miente, así que cuando se pone de una manera, es seguro que es de otra). Era una España distinta, claro, con modos de funcionar que nos chocan ahora, como el sistema de recomendados, del que se da cuenta con detalle en este libro; hasta gente que  coincidía en apellidos con él le escribió pidiéndole favores: así se funcionaba. Ahora todo el mundo pone caritas, pero roba el dinero a lo grande con los Fondos Next Generation de la Unión Europea (este vídeo sobre un puente, un ecoducto, en Navarra, es increíble) y a la mujer del Presidente del Gobierno que padecemos ahora le pone una Cátedra institucional la Complutense y durante años nadie dice nada. En cambio, López Bravo al dejar el gobierno tuvo que pedir un préstamo, para salir adelante hasta que encontró trabajo.

El que fuera del Opus Dei no beneficiaba nada a la Obra desde el punto de vista de la fotogenia en la opinión pública. Se crearon entonces relatos, en medio de las luchas de las familias políticas del franquismo, que siguen lastrando la imagen del Opus Dei. Pero desde el punto de vista de los principios, era una batalla que había que dar: personas que buscan la santidad y se implican en la política con responsabilidad personal, sin espíritu de grupo, con profesionalidad, con normalidad. Que además fuera una persona excepcional en lo humano, como lo debió de ser Gregorio López Bravo, es un testimonio que todavía puede ayudar ahora a quien se vea animado a seguir esa dificilísima misión de la política partidista. Por otro lado, no era nada tecnócrata, en el sentido de que le importase un pito lo que no fuese la eficacia técnica: militó en Alianza Popular tras la muerte de Franco y se le podría encuadrar sin problemas en una derecha moderada (no, no el PP de ahora).

Me ha interesado especialmente lo que cuenta de su gran actividad diplomática, por su realismo político y su capacidad de trabajo, que debía de ser inmensa. Su facilidad para establecer lazos y lograr tratar a gente muy importante es fascinante: Nixon, Kissinger, Allende, Giscard. De toda este periodo, lo peor fue la entrevista con Pablo VI, un momento como para que te tiemblen las piernas, llevando una carta de Franco llena de quejas (y sensatas, por lo que se trasluce: ahí estaba el caso de los curas que apoyaban a ETA): supongo que santo Tomás Moro habría actuado como él, con lealtad a su país y buscando el bien, también de la Iglesia, aunque fuese diciéndole cosas que le resultan desagradables de oír al propio Papa.

El libro sabe a poco y se acaba demasiado pronto: no cuenta casi nada de sus años posteriores a la actividad política, de su vida matrimonial, familiar, de sus puntos de vista personales, salvo la pasión por la política. Hay notas demasiado largas, con documentos que yo no hubiera puesto, porque son más propios de un trabajo académico y lastran la lectura. Por otro lado, si fuese estudiante de Historia Contemporánea, me entrarían muchas ganas de estudiar a fondo su figura al terminar de leer este libro.

3 comentarios:

  1. Qué bonita portada. Espero estar yo igual en enero. Con mi hijo, por fin, en brazos.

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    1. ¡Enhorabuena! Fue una foto de Alberto Schommer que tuvo gran repercusión. Parece que a Franco no le hizo mucha gracia.

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  2. Voy por la mitad. La reseña es inmejorable. Yo, que quiero hablar del libro, me he apuntado cosas similares. Me he comprado el libro de los amigos. Muchas gracias.

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