Odiseo, disfrazado de mendigo anciano, habla con el porquero, Eumeo, que le cuida sus cerdos. Cuando ya se pueden parar a hablar, tras una opípara comida a base de lechones asados, Odiseo le dice a su anfitrión que quizá podría dar él noticias del rey ausente, es decir, de sí mismo, a su mujer Penélope y su hijo Telémaco. Así le contesta Eumeo:
αἶψά κε καὶ σύ, γεραιέ, ἔπος παρατεκτήναιο.
εἴ τίς τοι χλαῖνάν τε χιτῶνά τε εἵματα δοίη.
Rápido también tú, anciano, un cuento urdirías,
si alguien te diese un manto y una túnica para vestirte (14.131-132).
Eumeo está de vuelta de todo y ha visto ya demasiadas veces a gente irle con cuentos a Penélope sobre noticias, luego comprobadas como falsas, sobre su marido. Puede parecer dura su manera de responder, pero todo esto lo dice después de haber acogido a cuerpo de rey, sin saber que es su amo, a Odiseo. De hecho, esta negativa Odiseo no se lo toma a mal en absoluto. Y es aquí en concreto donde empieza el juego de fabulaciones que va a ir contando en toda la segunda parte de la Odisea a todo el que se le ponga por delante, hasta lograr su objetivo de recuperar sus posesiones.
A mí me interesa el verbo παρατεκτήναιο (paratekténaio) que es una preposición (παρά, pará) y un verbo (τεκταίνω, tektaínw) que significa hacer algo con madera, construir (de ahí viene arquitecto y tectónico).
Es la imagen de la creación literaria como construcción de un objeto de madera, como una labor de ebanista, construir un relato, decimos a veces. Lo bueno es que Odiseo va a construir, entre muchos relatos falsos, uno verdadero, el de su vuelta real, que está contando mientras lo está haciendo, su progresiva vuelta a casa y la recuperación de sus dominios.
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