jueves, 11 de enero de 2024

"Carrion Comfort" de Gerard Manley Hopkins

Ya puse otro comentario de un poema de Hopkins por parte de Thomas V. Mirus y Holly Ordway y luego la traducción de Abelardo Moralejo. Lo mismo hago con este poema, Consolación de la carroña, que es tremendo y muy interesante, sobre todo leído después de haber oído esta conversación:
 

Carrion Comfort
Not, I'll not, carrion comfort, Despair, not feast on thee;
Not untwist—slack they may be—these last strands of man
In me ór, most weary, cry I can no more. I can;
Can something, hope, wish day come, not choose not to be.

But ah, but O thou terrible, why wouldst thou rude on me
Thy wring-world right foot rock? lay a lionlimb against me? scan
With darksome devouring eyes my bruisèd bones? and fan,
O in turns of tempest, me heaped there; me frantic to avoid thee and flee?

Why? That my chaff might fly; my grain lie, sheer and clear.
Nay in all that toil, that coil, since (seems) I kissed the rod,
Hand rather, my heart lo! lapped strength, stole joy, would laugh, chéer.
Cheer whom though? The hero whose heaven-handling flung me, fóot tród
Me? or me that fought him? O which one? is it each one? That night, that year
Of now done darkness I wretch lay wrestling with (my God!) my God.



CONSOLACIÓN DE LA CARROÑA
No, no quiero ser consuelo de carroña, Desesperación, no me complaceré en ti;
Ni destrenzaré en mí, por débiles que sean, estas últimas briznas de lo humano,
Ni en el colmo del cansancio gritaré: No puedo más. Sí puedo;
Puedo al menos esperar y ansiar que llegue el día, no escoger el no ser.

Pero ¡ay!, pero oh tú, terrible, ¿por qué con tu diestra bota ahogamundos con rudeza me pateas?
¿Por qué con zarpa de león me oprimes, y con negros devoradores ojos, hasta mis lacerados huesos escudriñas?
¿O con ráfagas de tempestad me avientas, cuando ya en parva amontonado, de ti trataba de escapar y huir enloquecido?

¿Para qué? Para que vuele mi paja y limpio y escogido caiga el grano.
No cesó toda esta refriega, esta porfía, hasta que yo (al parecer) besé la vara…
Mejor, la mano. Entonces, ¡por fin sí!, mi corazón lamió fuerza, robó alegría llegó a reír, a aclamar…
¿Pero a aclamar a quién? ¿Al héroe que con celestial mano me zarandeaba y con su pie me pisoteaba?
¿A mí que inerme contra él luchaba? ¿O a quién? ¿A los dos? Aquella noche, aquel año
De ya pasadas sombras, yo, desdichado, luchando estuve (¡Oh Dios mío!) con mi Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario