Me he releído Izad más banderas (iba a poner un enlace para quien quiera comprarlo, pero está agotado en todas partes), de Evelyn Waugh, que debí de leer hace mucho tiempo, quizá en 2012, cuando salió la traducción de Carlos Villar (que hizo también un extraordinario prólogo y lo puso en línea). El hecho es que de mi primera lectura no quedó huella casi en mi blog, solamente indirecta.
Me ha gustado muchísimo otra vez, me ha parecido tremendamente interesante (soy totalmente waughófilo y la enfermedad no hace sino empeorar), me he reído un montón, me ha impresionado esta descripción de cómo los personajes frívolos de las novelas previas de Waugh tienen aquí que acabar adaptándose a una verdadera guerra, después de unos primeros meses en los que todavía se podía juguetear con la noción de que la cosa todavía no iba en serio.
Aquí, un retrato de Freddy, el cuñado del protagonista Basil Seal:
Freddy era voluminoso y viril, calvo prematuro y con una alegría superficial; en el fondo era un misántropo dotado con ese instinto astuto y agudo para la supervivencia que entre los ricos se considera sabiduría; su indolencia estaba enriquecida con el malhumor suficiente para asegurarse el respeto de sus allegados. Conseguía engañar a la mayoría, pero no a su mujer o a la familia de ella (28).
Está novela se sitúa entre Obra suspendida, de 1939 (aquí la comenté) y Retorno a Brideshead, de 1945: se ve muy bien la evolución hacia una seriedad cada vez mayor, sin dejar nunca de lado un humor muy sutil, muy de understatements (Carlos Villar los llama "esa modalidad de lítotes tan inglesa"). El dominio de los diálogos es asombroso. Además le veo mucho de lo que saldrá en su trilogía final, Espada de honor (un comentario mío aquí). En todas esas novelas hay un trasfondo autobiográfico muy claro, aquí bastante más alejado de la vida concreta de Waugh, pero con muchos puntos de contacto con su trayectoria vital por entonces, sobre todo en el aspecto de su participación en la guerra.
Sobre este libro hay un comentario excelente en Bienvenidos a la fiesta, que resalta entre otras cosas el aspecto picaresco de la novela.
Una gran novela; me causa una cierta angustia (lo digo como algo bueno) en la medida en que uno ve a los personajes demasiado felices, demasiado frívolos, sin saber lo que se les viene encima... como Waugh sí lo sabía ya de sobra cuando la escribió supongo que tiene aún algo más de mérito que no se le haya colado esa "omnisciencia del narrador" en el libro... no sé si tiene mucho sentido lo que digo.
ResponderEliminarPor lo demás ¿estás seguro de que no habías hablado antes del libro? Es que recordaba haberte leído comentar la escena en la que Basil se encuentra con un oficial malhumorado cuya mesa está bajo las costillas de un dinosaurio, en el Museo de Historia Natural*. Pero es verdad que he buscado la escena en tu blog y no la he encontrado...
*Ese dinosaurio está allí; me encantó verlo en directo la vez que fui a Londres.
Pues no me suena de nada. En esta novela no sale eso; puede ser otra, no sé.
EliminarDe hecho acabo de caer en que es una escena de Hombres en armas... disculpa el lío.
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