Sigo leyendo la versión de Fernando Gutiérrez de la Ilíada. En el canto IX me encontré esto:
Y cada uno tenía a su mando a cien jóvenes hombresy cada uno tenía en su mano la larga azagaya.Y después, entre el muro y el foso, sentáronse todosy encendieron el fuego y después prepararon la cena (9.85-88)
Y pensé si vendría de aquí el título de aquel libro de Julio Martínez Mesanza, Entre el muro y el foso.
El poema de Mesanza que da título al libro empieza así:
Entre el muro y el foso, largas noches.Negras noches de guardia junto a nadie.El muro, la ansiedad y el negro fosoque no puedo mirar y el cielo negro.
Me gusta también mucho como recoge Gutiérrez el amargo discurso de Aquiles, que se queja de ser maltratado respecto a sus méritos (es un liberal de libro). El verso final es muy bueno, aunque la verdad es que me gustan todos:
Igual parte consigue el que queda en su tienda o quien lucha,y en idéntica estima es tenido el cobarde y el bravoy de análoga forma se muere el activo y el vago.No he ganado ventaja ninguna con tantas fatigas,exponiendo a diario mi vida en el cruento combate.Como el ave a sus hijos implumes les lleva comida,la que pudo encontrar padeciendo penosos trabajos,así yo me pasé sin dormir largas noches sin cuentoy entregado a la cruenta batalla los días enterospeleando contra hombres que por sus esposas luchaban (9.318-327).
Casi echo la comida con eso de "liberal de libro", qué fuerte, intentaré recordar la cita jajaja.
ResponderEliminarHoy alguno encontraría que las estadísticas muestran que un alto porcentaje de héroes tenía al menos un progenitor divino, y le recordaría al hijo de Peleo que eso es un privilegio.
La verdad que se me ocurrió de repente cuando estaba releyendo el pasaje esta mañana: Aquiles se podrá quejar lo que quiera, pero bien de viudas deja. Y todo para quejarse de tantos por ciento de beneficios que le corresponderían.
EliminarEl esforzado varón esperaría que en una empresa tan claramente dirigida a la gloria no tendría que andar discutiéndole las cuentas -las del Gran Capitán- al atrida Agamenón, pastor de hombres. O la falta de respeto de lo de Briseida. Pero, sí, como usted sugiere, debe de ser el primer defensor de la meritocracia.
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