Voy a hacer un mejunje mezclando varias cosas, todas con el tema de «lanzarse a la alegría».
1. Un aforismo de El vaso medio lleno, de Enrique García-Máiquez:
El valor con frecuencia se confunde con la alegría, porque la alegría siempre es una manifestación del coraje (62.2).
1. La alegría y el vino y las tabernas, en la línea de Chesterton, también de Enrique.
2. Musica leggerissima, la canción de Colapesce Dimartino, me está acompañando mucho estos días y creo que ha sido un tónico saludable para combatir un nihilismo que se está metiendo por entre las entretelas. Oigo y oigo la canción y me pasma que una música tan ochentera me alegre tanto. He visto la etiqueta "pop existencialista" y me parece muy lograda. Todo en esta canción me gusta, incluso esa letra un poco triste con un poco de argumento Munchhausen, pero maravillosa:
Metti un po' di musica leggera
Perchè ho voglia di niente
Anzi leggerissima
Parole senza mistero
Allegre ma non troppo
Metti un po' di musica leggera
Nel silenzio assordante
Per non cadere dentro al buco nero
Che sta ad un passo da noi, da noi
Più o meno
Aquí con la letra entera:
Todo esto con el trasfondo de este Mensaje de don Fernando Ocáriz, el prelado del Opus Dei, de hace unos días, donde pongo en negrita la clave:
En este tiempo de Pascua celebramos el gran motivo de nuestra alegría: ¡Cristo ha resucitado! Además, cada uno tendrá otros motivos para estar alegre: sentirse querido y comprendido por quienes tiene cerca, alguna celebración familiar, una satisfacción en el trabajo, parientes que salen adelante en medio de las dificultades, etc. Todas esas realidades –grandes y pequeñas, tantas veces mezcladas con el límite y el sufrimiento humano– son un don de Dios y nos muestran que la cercanía de Cristo Resucitado en la vida de cada uno también se manifiesta en lo bueno que realizamos o que nos sucede.
Hagamos memoria agradecida de esos momentos, también cuando algo de tristeza quiera asomarse a nuestra alma. La Virgen Santísima, a la que reconocemos como causa de nuestra alegría, nos ayudará a estar contentos y a ser, como deseaba san Josemaría, “sembradores de paz y de alegría”.
El resumen de todo esto sería: la alegría la podemos ver por el lado de la valentía, del coraje, de la afirmación. Creo que podría decirlo así: todo lo alegre es una afirmación, al final, de la resurrección de Cristo. No todas las risas ni todas las carcajadas lo son, pero todo lo alegre sí.
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