Ayer salió la noticia de que san Juan de Ávila, ya Doctor de la Iglesia, será inscrito en el Calendario Romano: su fiesta es fiesta ya de toda la Iglesia universal. He leído estas semanas el proceso de Beatificación, en torno a 1624. Me sorprendió ahí que varios testigos comentasen que sus obras las leían los católicos ingleses, perseguidos por aquellos años. Tuvo mucha repercusión su obra también en Francia e Italia. Ahora espero que lo conozcan todos más.
Aquí os pongo un testimonio del cuidado con que copiaban sus sermones:
(…) las más de las veces que predicaba estaban tres o cuatro estudiantes, más o menos unas veces que otras cerca del púlpito; estaban escribiendo lo que el Padre Maestro predicaba en el púlpito; de esta manera: uno tenía cargo apuntar los lugares de Escritura, otro las sentencias, otro la doctrina, y después juntaban el sermón y sacado en limpio lo llevaban al padre Maestro Ávila y se lo leían muchas veces en presencia de dicho Padre Juan de Villarás. El cual dijo a este testigo que muchos no tenían qué enmendar; y otras veces decía el Padre Maestro: “eso no dije yo, pero síganlo desta manera”; tanto cuidado como éste se ponía para aprovechar y tener rima la memoria de las palabras de este venerable Padre (Testimonio del Lic. Juan de Vargas, presbítero de la Villa de la Rambla, diócesis de Córdoba, p. 31).Por otro lado, el no preparaba el texto palabra por palabra, ni mucho menos. El mismo testigo cuenta que en un sermón que dio en Montilla
habló con espíritu tan levantado que quedaron todos admirados, y este día estando en la mesa el padre Maestro Ávila, Fray Luis de Granada y el dicho doctor Carloval y el Padre Juan de Villarás, dijo fray Luis de Granada al Padre Maestro Ávila: “Cierto, Padre, que no ha dejado hoy vuestra reverendísima piedra en la retórica que no ha movido”, y dijo el Padre Maestro: “no me cuido de eso en verdad”; replicó el Padre Fray Luis de Granada: “hágame caridad vuestra reverendísima dejarme trasladar este sermón; dijo el Padre Maestro Ávila: “no hay escrito más que esto”, y saco del seno una dobladura de una carta donde estaban escritos cinco o seis rengloncillos en los que pudiera ocupar una copla castellana” (… p. 34).
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