En Burgos todas las comidas son de fiesta, con mi madre en los fogones y mis hermanas apoyando. Yo llevaba empanada de atún, dos panes grandes, pan con nueces y pasas y como novedad un panetone, todo de Casa Zapateiro. Hambre no íbamos a pasar.
Íbamos a ver si seguía la exposición de Mateo Cerezo, pero hacía tiempo que la habían quitado, para poner un Belén monumental, pero no somos muy de belenes, así que nos dimos la vuelta a la Catedral por arriba. Estaba abierto San Nicolás y entramos: siempre es es una maravilla. Además del retablo central, impresionante (todos los datos artísticos están muy bien explicados en este enlace), volvimos a fijarnos en esta tabla creo que hispanoflamenca:
Impresionaba ver a la Virgen mostrando sus pechos a su hijo para que se compadeciera (como Hécuba al final de la Ilíada ante su hijo Héctor, valga la comparación clásica):
Seguimos luego por las puertas de arriba de la Catedral, la de Coronería, la de Pellejería, ahora cerradas para siempre. Nos pasmamos otra vez ante la Capilla del Condestable, con la luna por arriba, jugueteando por el gótico:
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