miércoles, 4 de noviembre de 2020

Tucídides sobre la peste 9

Este párrafo (2.53) del episodio de la peste es el que a mí me impresiona más, porque muestra sus efectos deletéreos en la actitud de la gente y explica la crisis de una religiosidad tradicional y pública, donde funcionaba un esquema demasiado maquinal de sacrificios a los dioses para congraciárselos: cuando muere todo el mundo, del esquema tradicional de la sociedad no queda nada. Por no ponernos demasiado negativos, recordad que aunque parece que el egoísmo hedonista se enseñorea de todos, hay casos de quienes, aunque solo fuera por pudor de no mostrarse egoístas, se contagiaron por ir a ayudar a otros. 
 
Esta es la traducción de Francisco Romero Cruz (con algún pequeño cambio mío):
También en los demás aspectos la enfermedad fue para la ciudad el inicio de una gran pérdida del orden: con mayor facilidad se atrevía uno a satisfacer abiertamente el deseo que antes se ocultaba a sí mismo que deseaba realizar, al ver la brusca mudanza de los ricos, que morían repentinamente, y la de los que antes nada poseían y al momento tenían lo de aquellos. En consecuencia, aspiraban a satisfacciones rápidas y a lograr el placer, por pensar que tanto el cuerpo como las riquezas eran flor de un día. Nadie estaba dispuesto a esforzarse por lo bueno en lontananza, ante la incertidumbre de si perecería antes de alcanzarlo; lo que en ese presente era agradable o ventajoso para conseguirlo por cualquier medio, eso era lo bueno y lo útil. Ni el temor de los dioses ni la ley de los hombres eran obstáculo, por juzgar que lo mismo daba ser practicante de los ritos que no, cuando veían que todos perecían por igual, y por creer que nadie viviría hasta el juicio para pagar por los delitos: como que ya pendía sobre ellos y estaba decretado un castigo mucho mayor y, antes de que les cayese encima, era natural que disfrutasen algo de la vida.
Sigo poniendo en paralelo la traducción del siglo XVI de Diego Gracián. Con sus errores, es una delicia leer ese maravilloso castellano del siglo XVI:
Además de todos estos males, fue también causa la epidemia de una mala costumbre, que después se extendió a otras muchas cosas y más grandes, porque no tenían vergüenza de hacer públicamente lo que antes hacían en secreto, por vicio y deleite. Pues habiendo entonces tan grande y súbita mudanza de fortuna que los que morían de repente eran bienaventurados en comparación de aquellos que duraban largo tiempo en la enfermedad, los pobres que heredaban los bienes de los ricos no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites, pareciéndoles que no podían hacer cosa mejor, no teniendo esperanza de gozarlos mucho tiempo, antes temiendo perderlos en seguida y con ellos la vida. Y no había ninguno que por respeto a la virtud, aunque la conociese y entendiese, quisiera emprender cosa buena que exigiera cuidado o trabajo, no teniendo esperanza de vivir tanto que la pudiese ver acabada, antes todo aquello que por entonces hallaban alegre y placentero al apetito humano lo tenían y reputaban por honesto y provechoso, sin algún temor de los dioses o de las leyes, pues les parecía que era igual hacer mal o bien, atendiendo a que morían los buenos como los malos, y no esperaban vivir tanto tiempo que pudiese venir sobre ellos castigo de sus malos hechos por mano de justicia, antes esperaban el castigo mayor por la sentencia de los dioses, que ya estaba dada, de morir de aquella pestilencia. Y pues la cosa pasaba así, parecíales mejor emplear el poco tiempo que habían de vivir en pasatiempos, placeres y vicios.
Como veis, hay un error clave: aquí los malos son los pobres, parece que por haberse enriquecido bruscamente. Lo mejor es el final, donde amplifica lo de los placeres en un trío especialmente sonoro: "pasatiempos, placeres y vicios". Ya al principio había amplificado con dos: "por vicio y deleite".

2 comentarios:

  1. Buf... qué duro. La perspectiva de que "el mundo tranquilo en que vivimos" desemboque, por este u otro virus, o guerras, o crisis de todo pelaje, en una situación como la que se describe aquí, es de las cosas que más desasosiego me causan si me pongo a pensar en ellas...

    La traducción de Gracián, por los fragmentos que has ido subiendo, es tan sublimemente inexacta que casi parece hecha a propósito. Además que los matices "erróneos" que introduce son como bastante moralizantes, ¿no? Como si hubiese querido aprovecharse de Tucídides para camuflar lo que a él le apetecía transmitir.

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    1. Sí, así es: parece que se deja llevar de su modo de ver las cosas a la hora de interpretar lo que lee.

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