Todo gira en torno a Mister Rogers, un famoso (en USA) presentador de un programa infantil. Me parece que la cuestión de fondo es sobre si es posible que exista un hombre bueno, una buena persona y además que haga cosas buenas, realmente buenas. Flannery O'Connor discutió la cuestión poniendo en el centro de un relato de ese título a un asesino en serie. En esta película al que contemplamos es a una persona buena, de ese tipo de personas buenas ante las que -es la tragedia de nuestro tiempo- instintivamente hemos aprendido a ponemos en guardia, porque miramos con cinismo a alguien como Mister Rogers, un hombre blanco de mediana edad de sonrisa suave. Lo que nos han enseñado a ver en gente así es a pedófilos encubiertos, con lo que se supone que se sentirán menos mal esas criaturas acomplejadas y presas de victimismos que niegan que exista el bien.
La película, en voz baja, tiene la audacia de hacer una afirmación positiva: se puede ser bueno, aunque cada uno tenga una carga detrás de tantas cosas que hemos hecho mal. Mister Rogers se preocupaba de cada persona, atendía a cada uno, les escuchaba. Puede parecer poco, pero es mucho.
No sé si a algunos os parecerá demasiado dulzona. Yo creo que es de verdad valiosa como película, muy valiente en lo que muestra a este mundo que vive de alimentarse de odio y usa la envidia para hundir al que quiere ser bueno.
¡Ay las fobias! Yo tampoco aguanto al sr. Hanks, ni a Kevin Costner, ni a Burt Lancaster, salvo en El Gatopardo.
ResponderEliminarMe pasa lo mismo con Kevin Kostner, pero me gustó mucho en Un mundo perfecto, la película de Clint Eastwood.
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