Era mi penúltimo día en Florencia y ahí es cuando pude ir al Palazzo Pitti, el otro gran lugar de arte de los Médici, el Palacio más moderno, al otro lado del río, con unos grandes jardines. Me lo tomé ya más tranquilo, en plan visita de paseo, porque había montones de cuadros, pero puestos en plan casa familiar, así que como que no estaba bien ponerse a mirarlos todos uno a uno.
A mí, ahora, tanto tiempo después, todo se me difumina y miro las fotos y ni me acuerdo, así que he dejado unas pocas que me siguen llamando la atención.
Al llegar al Palacio, una placa en el edificio de enfrente: allí se alojó Dostoievski. Me impresionó.
Y al entrar, un Heracles joven, una copia romana de época imperial:
Cruzabas al otro lado, por abajo. Estos eran los jardines:
Han pasado más de seis meses así que lo que veo de las fotos casi ni lo recuerdo. Sólo pondré lo que más me impresionó, Pongo un solo jarrón, pero así de tremendo, pero había mucho de eso:
No sé por qué, pero había mucho de pintores de segunda, miniaturistas, pintores de pájaros, muy hábiles, muchas mujeres (lo digo como aviso a tanta necesitada de temas femeninos):
Esto es de Suor Veronica Vitelli (ca. 1706-1729), miniaturista activa en Florencia:
Herman Hestenburgh, acuarelista especializado en animales, fruta y paisajes entre el XVII y el XVIII:
Giovanna Garzoni, del XVII. Minaturas sobre pergamino
Estaba esta Navidad, con tantas cosas de otras que había visto:
Este de fra Filippo Lippi no es exactamente mi cuadro favorito, pero mira que lo he visto veces:
Esto es una copia de una Natividad que vimos en Perugia (no, no era de Perugino):
Yo no soy muy de Rafael, pero bueno, allí estaba su autorretrato:
Me hizo muchísima ilusión, en cambio, la Virgen de la Silla, porque a la Regenta la comparan con ella. Era uno de sus cuadros que se podía mover un poco sobre un eje de lado:
Y esta sí que es famosísima:
No me esperaba, en ese contexto, encontrarme este Murillo tan importante. Fue como volver a la realidad:
También había un Felipe IV a caballo de Velázquez, y obras de Rubens y van Dyck, pero bien. Todo eran salas y salas de palacio de ricos: bien.
La última parte era pintura desde el XIX, poco interesante, me pareció. Cosas bonitas, pero nada especialmente tremendo. Hombre el niño este ("Primeros pasos"), de Adriano Cecioni, era gracioso:
Me asomé a las ventanas. Qué bonitas vistas, qué fotogénica Florencia:
El ambiente estaba cargado. No apetecía ir por los polvorientos caminos en cuesta de los jardines, así que lo dejaremos para un idílico viaje primaveral un año de estos:
A mí, ahora, tanto tiempo después, todo se me difumina y miro las fotos y ni me acuerdo, así que he dejado unas pocas que me siguen llamando la atención.
Al llegar al Palacio, una placa en el edificio de enfrente: allí se alojó Dostoievski. Me impresionó.
Y al entrar, un Heracles joven, una copia romana de época imperial:
Cruzabas al otro lado, por abajo. Estos eran los jardines:
Han pasado más de seis meses así que lo que veo de las fotos casi ni lo recuerdo. Sólo pondré lo que más me impresionó, Pongo un solo jarrón, pero así de tremendo, pero había mucho de eso:
No sé por qué, pero había mucho de pintores de segunda, miniaturistas, pintores de pájaros, muy hábiles, muchas mujeres (lo digo como aviso a tanta necesitada de temas femeninos):
Esto es de Suor Veronica Vitelli (ca. 1706-1729), miniaturista activa en Florencia:
Herman Hestenburgh, acuarelista especializado en animales, fruta y paisajes entre el XVII y el XVIII:
Giovanna Garzoni, del XVII. Minaturas sobre pergamino
Estaba esta Navidad, con tantas cosas de otras que había visto:
Este de fra Filippo Lippi no es exactamente mi cuadro favorito, pero mira que lo he visto veces:
Esto es una copia de una Natividad que vimos en Perugia (no, no era de Perugino):
Yo no soy muy de Rafael, pero bueno, allí estaba su autorretrato:
Me hizo muchísima ilusión, en cambio, la Virgen de la Silla, porque a la Regenta la comparan con ella. Era uno de sus cuadros que se podía mover un poco sobre un eje de lado:
Y esta sí que es famosísima:
No me esperaba, en ese contexto, encontrarme este Murillo tan importante. Fue como volver a la realidad:
También había un Felipe IV a caballo de Velázquez, y obras de Rubens y van Dyck, pero bien. Todo eran salas y salas de palacio de ricos: bien.
La última parte era pintura desde el XIX, poco interesante, me pareció. Cosas bonitas, pero nada especialmente tremendo. Hombre el niño este ("Primeros pasos"), de Adriano Cecioni, era gracioso:
Me asomé a las ventanas. Qué bonitas vistas, qué fotogénica Florencia:
El ambiente estaba cargado. No apetecía ir por los polvorientos caminos en cuesta de los jardines, así que lo dejaremos para un idílico viaje primaveral un año de estos:
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