Me gustó muchísimo su libro de Imperiofobia y leyenda negra; no sólo eso: me marcó, fue una llamada de atención para replantearme muchas cosas, aunque a mí ya me pillaba a favor. Lo más sorprendente es que consiguió un aprecio prácticamente universal; más adelante empezó a aparecer gente que le ponía pegas, pero solamente conseguía con ello resaltar todavía más los méritos del propio libro.
Fracasología. España y sus élites de los afrancesados a nuestros días está en la misma línea pero es más combativo en la forma, un ensayo cabreado -y con razón- ante tanta dejación en el ámbito intelectual español durante muchos años. Tiene mucha garra y se mete en jardines que parecía que nadie podía pisar y yo creo que lo hace con mucha competencia y sobre todo con descaro, que falta hace para romper consensos muertos como los que hay en muchos ámbitos, por ejemplo la literatura y el arte españoles, dominados por camarillas conservadoras de sus esquemas fosilizados.
Bueno, como ya se ve que a la mínima me embalo y empiezo a desbarrar, mejor es que vayáis a la muy ponderada recensión de Luis Daniel González, con la que estoy muy, muy de acuerdo.
Por resaltar algunas cosas, que comenta en parte también Luis Daniel González:
-Lo de Max Weber y su sociología del capitalismo creo que ya era hora de que se criticara y de que se viera que el rey está desnudo: ves al gigante universalmente citado, lo rascas de cerca y resulta ser un fantoche ridículo, sin rigor ni siquiera sociológico; a Weber le deja a la altura del betún y con razón. Es increíble la audacia de muchos germanos, que se lanzan a afirmar con gran descaro cosas que no podrían asegurar (salvo que hiciesen estudios, que les llevarían cien años para ser valiosos) y consiguen por su desfachatez que todo el mundo les compre la mercancía.
-Creo que están muy bien sus críticas a la élite criolla americana y la llamada a las naciones de América a que asuman de una vez liderazgo en el mundo.
-Yo también estaba aburrido de las discusiones sobre el ser de España, sin haber leído ni a Américo Castro ni a Sánchez Albornoz.
-He sido mucho más dolorosamente consciente de que la defensa del liberalismo va de la mano con demasiada frecuencia de la defensa de los intereses particulares, pero esto es algo que ha quedado palmariamente demostrado estos días de coronavirus: las fronteras nacionales son deseables y el comercio se rige por reglas, no es una ONG.
-Las críticas que hace a la literatura del siglo XVIII yo hubiera preferido moderarlas, pero mi falta de conocimiento de ese periodo me impide entrar en la cuestión.
Factualmente, salvo unas páginas un poco repetitivas (entre las páginas 37 y 45), no encontré casi errores o erratas*.
Hace unos meses leí una crítica de José Carlos Mainer, pero es ridícula (por ejemplo le parece una enormidad que cite el libro de Ortega y Gasset como España invertebrada, sin un "La" inicial: qué estúpido queda ese cominismo), porque Mainer no entra, y debería, puesto que es experto en ello, en la valoración de la literatura del siglo XVIII, que merece justamente una defensa, no darse por supuesta. Tendría que mostrarnos a los que la conocemos menos lo que tiene de valor esa literatura. Es un gran erudito, pero yo siempre he dudado de su gusto literario (basta ver a quiénes ha elegido para estudiar más: Cela, Sender, Cansinos. Max Aub: tiende a lo tedioso y de segunda fila) y se ve que sus posicionamientos intelectuales son tremendamente endebles, lo que pasa es que nadie se los ha puesto en duda en los últimos cuarenta años, reinando como ha reinado en las cátedras de Literatura Española y en Babelia.
Del libro me queda clara la mala gestión por nuestra parte de nuestra imagen. No es solamente cuestión de autoestima, es también de defensa de unos principios.
No sé cómo nos entenderemos como nación después de esta epidemia, si ahondaremos en la fracasología o escaparemos a ese marco tan cómodo de autoflagelación. La verdad es que el gobierno no lo ha podido hacer peor: reconociendo eso, veremos que no es porque seamos los peores del mundo o porque arrastremos tal o cual tara metafísicas.
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*Erratas
43 Luis Antonio, no José Antonio (mal en el texto, bien en las notas).
40 Tuvo a Harrach engañado (ya en p. 37).
44 Dos últimas líneas: se repite lo de quitar al corregidor y Oropesa (ya en p. 36).
45 Se repite lo de economistas realistas, no teóricos.
49 "Casi una epifanía": mejor "casi un presagio".
194 "Nouvella": "Nouvelle"
251 Se solapa en parte con 255 (Nueva Orleans).
287 "La Provence": "Provenza".
381 κάματος, no κάνατος.
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