Creo que es uno de los documentales que más me han impresionado en mi vida, One Child Nation, el relato que hace una cineasta china de la repercusión de la política del hijo único en su familia. Es tremendo ver cómo funciona un estado que no es que discuta de quién son los hijos, como hace Celaá, sino que decide quién tiene hijos y quién no y qué hacer con los hijos que decide que no deben nacer, incluso cuando ya han nacido. Y todo ello aprovechando una mentalidad arraigada, que prefiere a los niños sobre las niñas, algo que el documental no acaba de profundizar: o quizá es que a mí se me hace imposible comprenderlo.
El documental se puede ver con la suscripción a Amazon Prime.
Aviso de que tiene partes muy duras de fetos tirados por un basurero. Aunque es peor todavía ver cómo domina una conformidad general con lo que impone el gobierno. La gran paradoja, que me amargó el documental todavía más y que le hace un borrón justo cuando está acabando, es la declaración que hace la directora del documental en defensa del aborto en Occidente: ya no es, pues, la cuestión la de la libertad entendida como querer el bien, propio y de los demás. Otra vez lo supremo es defender una libertad irrestricta, que posibilita abortar, sin más cualificaciones.
De todos modos, creo que merece la pena verlo. Y decirle a Celaá que lo vea.
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