miércoles, 28 de agosto de 2019

Por Italia 2 - En Milán y marcharse

Estar un día en Milán no da derecho a pontificar, pero creo que sí que puedo decir que es una gran ciudad, con su aire burgués austriaco, pero con elementos romanos, paleocristianos (hoy es la fiesta de san Agustín, que se convirtió allí, con san Ambrosio) y también muy modernos, entre ellos la torre Velasca, que ya sé que no es plato de gusto para todo el mundo; yo creo que la entreví desde la Plaza de la Catedral, entre esos edificios tipo Chirico.



Os pongo una foto de wikimedia. Ya digo que no es plato para todos los gustos:



[las dos fotos, de wikimedia; la segunda, de aquí]

De lo que no tengo fotos es de la Catedral, que, la verdad, me pareció un gran pastel de nata. Es puro siglo XIX, todo muy pulidito, pero cargante, la verdad. Allí entramos a primera hora de la mañana: la Misa era en una cripta, los canónigos en círculo en torno a la tumba de san Carlos Borromeo, misa en latín de rito ambrosiano: no me imaginaba yo que me encontraría algo tan impresionante, así, sin pensarlo.

Pero ya digo que luego paseabas por otro lado y te encontrabas restos de un templo romano:



La Galleria Vittorio Emmanuele nos gustó mucho: muy airosa, aunque el espectáculo de verdad era ver las hordas de mujeres árabes y asiáticas gastándose una pasta en las tiendas carísimas del interior. Eso es una constante por Italia: también por Florencia iban destrozando la tarjeta de crédito a golpes de gastos hiperbólicos.
Nosotros íbamos a la Pinacoteca de Brera, el gran museo de pintura de Milán, una maravilla para la que tuvimos poco tiempo, pero qué obras vimos. Sobre todo había una sala con un cuadro de Piero de la Francesca, otro de Rafael y otro de Bramante.

1 comentario:

  1. Buen timing de la entrada con el santoral. Y los novios no tienen precisamente cara de estar en el día más feliz de su vida, los pobres.

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