jueves, 28 de febrero de 2019

La temperatura de los estudios clásicos

Si se midiera por las reuniones de la antaño American Philological Association, ahora Society for Classical Studies, sería una temperatura de moribundo: poca gente, pocos sitios donde se estudie y todo corroído por un virus, el de la corrección política, que amenaza con dar con todo en el suelo: y adiós.

Todo ello, con el libro sobre polémicas recientes fresco en la mente, me ha golpeado al leer este artículo de Mary Frances Williams, que traducido se titula: «Cómo me echaron de la Sociedad de Estudios Clásicos».

Es una investigadora independiente que asistió al congreso anual en San Diego y fue a una mesa redonda sobre los 150 años de la Sociedad, sobre el «Futuro de las Clásicas» que se suponía que iba a ser «una discusión abierta en un espacio amplio de lo que consideramos que las trayectorias de nuestro campo, en una definición amplia, serán y/o deberían ser, no para el futuro inmediato, sino para los próximos 150 años».

La primera que habla, Sarah Bond, se dedica a poner a parir a Basil Gildersleeve, uno de los mejores clasicistas de USA, de principios del siglo XX, porque publicaba artículos en el periódico que a ella le parecen racistas. No parece que le importe nada que las obras de Gildersleeve todavía las sigamos usando, algo que no se puede decir de muchos filólogos de hace cien años. Es una estúpida, esta Sarah Bond, por lo que se ve. Propuso citar más a mujeres clasicistas negras en los trabajos de investigación, en vez de a gente como Gildersleeve.

Joy Connolly propuso reducir todo lo posible la enseñanza de las lenguas clásicas en favor de clases de temas más atractivos, sin que haga falta saber latín y griego.

Dan-el Padilla Peralta habló de la «marginalización de las personas de color» en Clásicas. Había hecho una lista por razas de autores en revistas de estudios clásicos, también el American Journal of Philology, una revista mítica fundada por, ejem, Basil Gildersleeve, que como se centró en hacer una revista de rigor investigador, resulta que la tal revista no sirvió para ayudar a la equiparación racial, según Padilla.

La autora del artículo intervino en el turno de preguntas: se quejó primero de que el estudio de las lenguas fuese considerado como algo secundario y luego dijo que más que cuestiones de diversidad, lo que importa es defender la disciplina de clásicas en sí misma, porque es la civilización occidental en sí misma. Y la tal Sarah Bond (ya dije que me parecía idiota) replicó que «la civilización occidental es un constructo».

Aquí tenéis el vídeo. Hace falta un poco de estómago. La autora del artículo habla en el minuto 45 y la echan unos que se levantan de entre el público en el minuto 50. Había dicho que el tal Padilla era profesor de clásicas no por ser negro, sino por sus méritos propios, algo que les sirvió para acusarla de racista y prohibirle asistir al resto del Congreso. También la echaron unos días después de un puesto que tenía en la Asociación de Historiadores de la Antigüedad:


1 comentario:

  1. Lo acabo de ver. Admito que salté al minuto 45 a mitad de los delirios de la Sarah esa. ¡Dios mío!

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