lunes, 12 de noviembre de 2018

Las gafas - valoración de usuario

A veces ya ni me doy cuenta de que las llevo puestas.
A veces me encuentro con que no me las he puesto y es una lata, porque no veo bien la letra pequeña.
Ahora con gafas leo letras muy pequeñas.
Cuando llueve -y aquí llueve mucho- se llena de gotas. Si hay mucha humedad -por ejemplo en las Carmelitas- se hacen presente el vaho a dos centímetros de mis ojos.
El viernes iba por la circunvalación de Santiago, ahora de hasta cinco carriles (a todo lujo; pero han cerrado uno para abrir una entrada a la Ciudad de la Cultura, a ver si pica la gente y la visita) y llovía tanto que me entró la duda si era yo que volvía a ver mal o es que era mejor no conducir cuando tienes una tormenta a la que le dan nombre (esta vez Betty).
Sirve como de máscara: hay algo en medio, que te tapa, aunque sea transparente. Tienes todo enmarcado además.
Yo en realidad estaba mejor como estaba de fábrica, sin gafas. Me consuelo haciendo el gesto de quitármelas. Todavía no he llegado a chupar la patilla, pero no lo descarto.

1 comentario:

  1. Con el tiempo he recuperado vista para lejos pero llevo toda la tarde las gafas colgadas del cuello, con un cordón, para cerca.
    Es la vida.

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