martes, 7 de agosto de 2018

Entre Montélios y Moraime 2



Un día nos fuimos a Braga, que está a dos horas de Santiago. Tras comprobar que el puente de Rande es ahora mucho más feo y casi no poder atisbar el maravilloso mar de Vigo, en un rato pasas Tuy y notas que algo cambia: en las casas, en los campos. Todo está más cuidado, más ordenado, con más sentidinho todo.
Fuimos primero al Bom Jesus do Monte, por un camino bien raro (el que nos decía Google Maps, eh), que pasaba cerca de Sameiro, donde estuve yo con quince años cuando el viaje de Juan Pablo II (horas de oír, insistentes, los Bemvindo, bemvindo, bemvindo a Portugaaaal).
Todo el espacio del Bom Jesus era un modelo de orden y cuidado, árboles magníficos, edificios blancos barrocos, en una escenografía de Vía Crucis gigantesca.
Arriba está la iglesia, con el Cristo. rodeándola, un círculo de imágenes de los protagonistas de la Pasión: Pilatos, Anás, José de Arimatea:





Luego había capillas por todas partes. Sólo nos asomamos al interior de una, con unas imágenes barrocas muy malejas. Se trataba de crear un decorado de la Pasión, no de exquisiteces estéticas, por lo que se ve:


Me acordaba yo de que hablaba de ello Unamuno en Por tierras de Portugal y España y lo he mirado y su descripción es de una gran finura (y crueldad) al explicar lo que hay ahí:
¡Qué difícil de educar es el sentimiento de la naturaleza! Hay que convenir, por otra parte, que el Buen Jesús es bonito —lo bonito es enemigo de lo hermoso— y es, sobre todo, cómodo. Los honrados burgueses, a los que les sube allá el genial y arrojado elevador, no van subir por su pie, o montados en un caballejo, a lo alto de la sierra de la Estrella o al Marão. Yo recordaba una ascensión al Marão desde Amarante, y recordaba a Gredos, y recordaba, sobre todo, aquella austera, noble, huesuda y solemne Castilla, que es todo menos un jardín. Jardín, sí, jardín. No está mal aquello de jardim da Europa á beira -mar plantado.
De allí a la Catedral. Nos decepcionó mucho (en el capítulo que dedica a Braga, Unmuno se despacha a gusto con la ciudad, con el barroco portugués y con esa Catedral, que califica de mezquina). Estaba a la altura, por ejemplo, de la Colegiata de Xunqueira de Ambía: románico interesante, pero desdecía de su autoproclamado título de Primada de las Hispanias. Es que ni de lejos. Lo único que nos gustó fue la capilla de la Gloria, con frescos en las paredes que imitaban texturas variadas, del XV, creo:






Menos mal que acabamos en san Frutuoso de Montélios.

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