Y vamos a lo importante: mi madre y yo ganamos en el marcador final 4 a 2, con una increíble serie inicial de 4-0. Hay que señalar las disensiones en el otro bando como una posible causa. El último día cedimos a conceder una revancha y ahí es cuando nos ganaron dos partidas seguidas, con una combinación mortal de atención al detalle (se fijaban en dónde estaban nuestras pobres fichas y lograron rocambolescas carambolas de varias fichas comidas a la vez) y trabajo combinado.
El primer día también fuimos a un concierto de un coro en el que cantaba una amiga de mi hermana, que a mí me pareció que destacaba mucho de los demás. Era en la iglesia de san Gil y tuvo mérito porque hacía frío y viento y lluvia. Junto a donde me senté había una tumba muy interesante, con un Cristo resucitado y la casulla de san Ildefonso:
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