miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cómo hacer un poema, según Joaco

Al hablar de la muerte de Joaco contaba que hasta hizo un método para hacer poemas. Aquí está:

Método para hacer poemas
Se puede aprender a hacer cualquier cosa en esta vida a base de encontrar un método adecuado. Hasta para hacer poemas basta con aplicar rigurosamente el siguiente método y salen de corrido.

(Después del método se incluirá un poema hecho con él, para que se vea lo fácil que es y lo bonito que queda el poema)

Consta de una introducción y siete breves reglas:
Introducción. Para hacer un poema no es necesario esperar que llegue ninguna inspiración especial, ni hace falta estar en ayunas, ni ninguna de esas condiciones que hacen falta siempre para las demás cosas. Basta aplicar las siete reglas siguientes.

- Primera. Se cogen unas cuantas palabras, en sí mismo poéticas, y se van distribuyendo poco a poco entre las diferentes estrofas. Por ejemplo, susurro, desvelo, tintineo, alborada, crespones, aleteo, nenúfar, alondra, etc.

- Segunda. Se cogen unas cuantas palabras más bien vulgares a las que se poetiza dándoles una terminación adecuada: pajarillo, arroyuelo, blanquecino, etc.

- Tercera. Se forman unas cuantas parejas de diferentes colores, de modo que se contradigan lo más posible los colores de cada pareja: negro verdor, blanco escarlata, azul blanquecino, etc.

- Cuarta. A unos cuantos verbos se les cambia de ocupación habitual, sin que se den cuenta. Por ejemplo: se cierran las sombras -en lugar de las puertas o ventanas- , se masca el silencio -en vez de un buen filete-, se le da un rejón al firmamento -en lugar de a un toro de trapío-, se mira uno en la brisa -en lugar de en un espejo-, se borda un aciago destino -en lugar de un sufrido mantel- , etc.

- Quinta. Se distribuyen también entre las estrofas unas cuantas palabras, de esas que a veces emplea la gente sin saber lo que quieren decir: enhiesto, hirsuto, inerme, inane, incólume, baldío, etc.

- Sexta. Puede ir bastante bien, para lograr mayor fuerza poética, aprovechar algún pedacito de una poesía clásica conocida; así, a Rubén Darío se le puede coger eso de los "claros clarines".

- Séptima. Si se encuentra a mano algún estribillo, aunque sea cortito, para repetir entre cada dos estrofas, mejor que mejor.
Con este método, aplicado al pie de la letra, se puede conseguir un poema tan completo como el que sigue, titulado Tu senda.

Tu senda
¡Qué hirsutos y enhiestos se yerguen!
-amargo espejuelo-
grises en la noche,
cerrando sus sombras sobre el arroyuelo.

Tu senda ...

Ayes y lamentos,
suaves tintineos mecidos al viento
cabalgan con furia, inermes e inanes
y allá en la alborada
clavan su rejón sobre el firmamento.

Tu senda ...

La luna se mira en tu brisa.
Sabe que en la noche, donde las estrellas,
cuando el canto duerme, suave y placentero,
se masca un silencio de angustias
que sólo se quiebra junto al limonero.

Tu senda ...

La alondra se viste de un blanco escarlata.
Sus trinos golpean cual claros clarines,
)' como un susurro de negro verdor
levanta su vuelo en la noche,
dejando con llanto y en flor
un negro y baldío desvelo.

Tu senda ...

Junto al aleteo de los pajarillos
se escucha el mugido de una vaca en pena
que borda su aciago destino,
-torre de marfil, grácil tintineo-
nenúfar de plata de azul blanquecino.

Tu senda ...

Y allá entre las sombras
mascando un silencio,
al aire sus negros crespones,
baja por tu senda ...

... ¡mi menda!

Esto, leído por él, era descacharrante. Lo publicó Miguel Ángel Garrido en Nueva introducción a la teoría de la literatura (Síntesis, Madrid, 2004, 3º ed., 23-25).

2 comentarios:

  1. Corto, pero me ha gustado mucho leerlo. Gracias por compartirlo

    ResponderEliminar
  2. ¡FABULOSO! Me retiro de aquí con una gran sonrisa.

    ResponderEliminar