viernes, 9 de septiembre de 2016

Pero todavía antes de hablar de Viena, Bruselas 2 (El buen turista)

A mí me gustaría no moverme de casa y ver buena pintura y buenos museos, pero no.
Cuando voy a un sitio me pego tremendas panzadas en los museos. Soy como los osos polares.
En Bruselas no visité la Grand Place -ya la había tachado hace 25 años- y me fui a los Museos Reales de Bellas Artes, pero pasando de Magritte y del fin de siècle: de cabeza a los Maestros antiguos, que para qué molestarse con la modernidad.



En cambio, como estaba al lado, sí que entré en la iglesia de Notre Dame du Sablon que en origen fue gótica pero ahora es una pura joya neogótica. Este verano ha sido el de mi re-aprecio del neogótico. El año pasado me sorprendí abrazado al hormigón y al brutalismo y este, peor todavía, al neogótico (la Iglesia Votiva de Viena, por ejemplo). El otro día la situación llegó al extremo de que si me hubieran puesto un botón para destruir la Catedral de Santiago y cambiarla por una gótica rebosante de aquellas vidrieras preciosas, (¡todo bañado de luz!), no lo hubiera dudado. No me reconozco ya en mi yo de antesdeayer


La foto, de la wikipedia. Son el rey Alberto I y la reina Isabel (a su lado san Alberto Magno y santa Isabel de Hungría) ante la imagen (muy venerada, por lo que se veía), con las ruinas de la Primera Guerra Mundial detrás.

Había un montón de escudos:


Las vidrieras eran perfectas (no como esas originales, tan oscurecidas), por las paredes había un viacrucis tan bueno que siendo claramente del XIX casi daba el pego del XV.

Así que no me extraña nada esto:



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