Del principio, lo fascinante es que se sitúa en unos tiempos originarios en los que la vida era más larga, no había mentira, la presencia de Dios y sus milagros eran algo cotidiano, toda la naturaleza seguía un ritmo regular y «todo era plano».
No era un periodo pagano como los tiempos de Saturno entre los romanos o la Edad de Oro de Hesíodo o la «ciudad de los cerdos» de la República de Platón, eran tiempos de cristianos, pero virtuosos:
Ennos tiempos derechos que corrié la verdat,
que non diçién por nada los homes falsedat,
estonz vivién a buenas, vinién a vegedat [=vejez],
vedién a sus trasnietos en septima edat.
Façié Dios por los omnes miraclos cutiano,
ca non querié ninguno mentir a su cristiano;
avién tiempos derechos ivierno e verano,
semejaba el sieglo que todo era plano (502-503).
¡Sí se ríen los tontos de siempre porque saben de la influencia de Dios!, interesante artículo. Saludos Cordiales. Dios otorga verdadero intelecto.
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