Bueno, yo estoy esperando con mucha ilusión lo que nos va contar. Mientras, me apresto a leer su libro recién salido, El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin, sobre Caridad Mercader, la madre del asesino de Trotsky, que promete ser apasionante, a juzgar por lo que fue contando estos últimos años en su blog (aquí, una entrevista en El Español / aquí una larga reseña en El Mundo).
Luego, esta mañana he leído una entrevista que le han hecho en el ABC sobre educación que os recomiendo vivísimamente. Por ejemplo esto que dice:
Cuando Platón puso en la puerta de la Academia el letrero que decía «que nadie entre aquí que no sepa geometría», entendía que la manera de cuidar de nosotros mismos (de nuestra alma y de sus emociones) era proporcionándole experiencias de orden: definiciones claras, formación gimnástica, musical y, muy especialmente, matemática. El acceso al saber era para él la forma privilegiada del cuidado de sí. Hoy se contrapone frívolamente eso que se llama «crecimiento personal» y conocimiento científico. Yo soy platónico.Yo ya hablé aquí sobre su Matar a Sócrates y antes sobre su Introducción al vocabulario de Platón. Y también de su gran libro sobre Leo Strauss.
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