A mí me fastidiaban antes las llamadas a hacer del cristianismo el garante de la moralidad pública. Me parecía un timo. En cambio, me seducían -qué tiempos, los 90- esas propuestas de ética pública civil en la que todos encontraríamos un mínimo común. Ahora leo esto
de Waugh y no puedo sino pensar que tiene toda la razón:
Me parece que en la fase actual [esto es de los años 30] de la historia europea la problemática esencial no está ya entre entre el catolicismo, de un lado, y el protestantismo, de otro, sino entre el cristianismo y el caos... La civilización (y con esto no me estoy refiriendo al cine sonoro y la comida enlatada, ni siquiera a la cirugía y las casas higiénicas, sino a la organización moral y artística de Europa en su conjunto) no tiene en sí misma el poder de sobrevivir. Llegó a existir a través del cristianismo y sin él no tiene ni relevancia ni poder para demandar lealtad
It seems to me that in the present phase of European history the essential issue is no longer between Catholicism, on one side, and Protestantism, on the other, but between Christianity and chaos...Civilization—and by this I do not mean talking cinemas and tinned food, nor even surgery and hygienic houses, but the whole moral and artistic organization of Europe—has not in itself the power of survival. It came into being through Christianity, and without it has no significance or power to command allegiance.
Y justo cuando estaba leyendo eso, me encuentro con esto de Jeremy Irons
en el Guardian:
El adulterio podría ser muy guay, pero al final nos jode pero bien. Y jode la estructura de la sociedad. No robamos -bueno, algunos sí- porque eso hace intolerable la vida a todo el mundo. Sí, se puede estar enamorado y criar una familia maravillosamente sin estar casado, pero de hecho el matrimonio sí que nos da fuerza, porque es bastante duro salir de él y así nos hace luchar más para mantenerlo unido. Si el divorcio se convierte en un trámite banal -lo cual es así en cierto modo- entonces no tenemos ese resguardo. Porque, para todo el mundo, las relaciones son difíciles.
Mira el aborto -dice-: Yo creo que a las mujeres les deberían dejar tomar la decisión, pero también pienso que la Iglesia tiene razón al decir que es un pecado. Porque pecado son las acciones que nos hacen daño. Mentir nos hace daño. El aborto hace daño a la mujer: es un ataque mental tremendo, y físico a veces. Pero como que parece que eso lo hemos acabado liándolo. Así que gracias a Dios que la Iglesia Católica dice que no lo tenemos que permitir, porque de otro modo nadie está diciendo que es un pecado,
“Adultery might be very nice, but finally it fucks us up. And it fucks up the structure of society. We don’t steal – well, some people do – because it makes life intolerable for everybody. Yes, you can be in love and raise a family wonderfully by not being married, but actually marriage does give us a strength, because it’s quite hard to get out of, and so it makes us fight more to keep it together. If divorce becomes dead easy – which it sort of has – then we don’t have that backup. Because, for everybody, relationships are hard.“Take abortion,” he says. “I believe women should be allowed to make the decision, but I also think the church is right to say it’s a sin. Because sin is actions that harm us. Lying harms us. Abortion harms a woman – it’s a tremendous mental attack, and physical, sometimes. But we seem to get that muddled. In a way, thank God the Catholic church does say we won’t allow it, because otherwise nobody’s saying that it’s a sin.”
Es decir, que una persona particular puede comportarse bien o incluso ser excelente en su actuación ética, pero más nos valdría tener como contrafuerte la enseñanza moral de la Iglesia.
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