lunes, 15 de febrero de 2016

Nicolae Steinhardt

It was meant to be, dicen los anglosajones: «tenía que ser así», en concreto que yo acabase leyendo el Diario de la felicidad de Nicolae Steinhardt.
Compré el libro en 2007 o en 2008. Leí con entusiasmo a Luis Daniel González sobre lo conmocionado que estaba con él y luego también a Enrique García-Máiquez [este es un artículo monográfico suyo, excelente]. Y encuentro ahora una reseña muy buena de Josemaría Carabante. Y tuve que leer esto de Jesús Sanz Rioja.

Tenía un 99% de posibilidades, con esas recomendaciones, de que me gustase muchísimo el libro.
Todavía no me explico qué me pasó, pero leí unas pocas páginas y lo dejé.

El otro día me encontré que criticaban un aforismo de Enrique por confesional:
El carácter confesional de la escritura de García-Máiquez se trasluce sobre todo en la sección que lleva por título “Paraíso”. La mayor parte de las anotaciones que la componen carecen de la independencia y universalidad que caracteriza al aforismo: “Allí ya no hay pecados, pero de todas maneras habrá cola para confesarse con el Padre Nicolae Steinhardt”.
Es una grandísima tontada la que suelta JLGM (no se puede decir de otra manera). Yo hasta me apostaría a que ni siquiera sabe quién es Nicolae Steinhardt. Debió de leer la palabra «confesarse» y se le activó la tecla «confesional» y la tecla «ortodoxia» (en el sentido absurdo en que él la usa, sin saber cuánta verdad hay respecto a ese ortodoxo converso). A JLGM un aforismo como el que voy a poner a continuación y que me acabo de inventar seguro que no le parecería mal: «En el cielo conversaría con Borges y me perdonaría mi irremediable ignorancia». Pero es que hay gente que lee la palabra «confesarse» y le parece mal, hay que j*d*rs*. Y que convierten a sus ídolos en santos laicos pero no pueden entender que haya santos de verdad.

A mí me parece que a Enrique quizá le compense esa pequeña incomprensión estúpida el que gente como yo nos hayamos lanzado a volver al libro gracias justamente a ese aforismo. Por lo demás, es la constatación de una deuda, algo que saber hacer tan bien Enrique y en concreto en ese libro de aforismos, que tanto le debe -ahora lo veo- a su lectura de Steinhardt.

Yo el libro lo estoy disfrutando una barbaridad. Es grandioso. Ya iré poniendo cosas que me he ido apuntando. Esto solo es la crónica que me hago para intentar explicarme por qué no lo leí antes.

Pensaba también estos días que a diferencia por ejemplo de la literatura griega actual (para mí tan decepcionante, empezando por Cavafis, siguiendo por Seferis y continuando por todos los demás que he probado), la literatura rumana es admirable. Que yo conozca: Mircea Eliade, Mihail Sebastian, por delegación Cioran (leído «por emanación» en otros nada más) o Ionescu. Muestran un nivel de cultura asombroso. Cómo debía de ser la Rumanía antes de la Guerra (y qué desastre el comunismo allí). Por ejemplo las lecturas de Steinhardt son amplísimas y profundas. Cada vez que habla sobre El Quijote, por ejemplo, dice cosas admirables, asombrosas y felices.

Esta es su tumba (de una web bien bizarra), con esa pobrísima lápida, «el monje Nicolás»:

Yo iría a visitarla con mucho gusto. Y en el cielo estaría feliz de poder hablar con él (llamadme «confesional» si os atrevéis).

En la web de la editorial tenéis las primeras páginas del libro en pdf.

7 comentarios:

  1. Jajajajaja!!!! Confesional!!!! So confesional!!!!

    Me han entrado muchas ganas de leerlo, voy a empezar por esas primeras páginas en pdf... It was meant to be, thanks

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  2. Desde mi personal punto de vista, es este comentario el que entiende muy poco o nada. Si, un poner, un aforista musulmán incluyera en un libro suyo uno acerca del deseo que tiene de encontrarse en su Paraíso con la figura de su religión que se le ocurra, ese aforismo en concreto dejaría de tener el alcance general que otros pueden tener para convertirse en una afirmación de naturaleza estrictamente individual, privada, que pueden compartir individualmente otras personas, pero que deja fuera a quienes no compartan sus muy particulares creencias. Y esa limitación se debería a su confesionalismo, a su carácter de afirmación o propaganda de una determinada creencia religiosa, que en cuanto tal no incluye a quienes no la comparten. Hablar de confesionalismo en un caso así no es una calificación: no es más que una descripción.

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  3. Es un libro magnífico, distinto, cultísimo,...y muy, muy alegre ( a pesar de haberse gestado en las horribles cárceles del comunismo rumano), pero claro, está Dios por medio.(¡huy, lo que he dicho!¡Qué confesional me ha salido!)Javier García

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  4. ¡Qué gran entrada, Ángel! El libro de Steinhardt también se lo debo a Enrique. Qué maravilloso descubrimiento! Mi mujer está como estabas tú, leyó unas páginas y lo abandonó. A ver si con tu entrada la convencemos.

    Un abrazo.

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  5. Pues sí, Anónimo 1, eso que tú dices es el inconveniente que yo le veo a Homero en La Ilíada y La Odisea y a Dante en La Divina Comedia, por ejemplo. Tanto confesionalismo les quita universalidad.

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  6. Mucho me temo que mi tocayo ha leído, bajo los gloriosos nombres de Homero o Dante, libros muy distintos a los que he leído yo mismo. Sin duda, en sus versiones no se habla (lástima) del hombre en general, sino del homo religiosus específicamente, y sólo de él, como ocurre en el aforismo que aquí comentamos, o en los intentos de convertir a Shakespeare no sólo en católico, sino específicamente en propagandista católico, ya que su universalidad, tan real y tangible, algunos parece que la llevan a mal. Qué le vamos a hacer; hay lecturas ya no reductoras, sino verdaderamente jíbaras.

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  7. Hace poco tuve el gusto de conocer a su traductora, Viorica Patea, en el centenario de Vintila Horia. La pena es que tuvimos poco tiempo para hablar.

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