Hacía un frío espectacularmente frío en Burgos. En la
capilla de santa Tecla -debe de ser el único caso en una Catedral de España- hacía un calor acogedor.
Nunca me había fijado mucho, porque es del XVIII, pero por eso mismo la miré ahora con nuevo interés. Más que programa iconográfico, lo que había allí era un compromiso de intereses: la santa de Tarragona puesta por el obispo que antes estuvo allí, y luego juegos de simetrías: en el centro,
santa Tecla como bailando sobre la pira, mientras
unos moros hombres con turbante van poniendo leños para freírla mejor. Justo encima -el sueño de un estructuralista-
Santiago matando moros hombres con turbante. A los lados -ya digo, le encantaría a un cartesiano- dos santos con animales:
san Antón con un cerdo y
santo Domingo de la Calzada con gallinas. El retablo era de ese barroco tardío que -ya digo- cada vez me gusta más. Toda la capilla está
recubierta de decoración floral.
Os pongo una foto mía muy mala para que vayáis corriendo al enlace de debajo:
[¡
excelente colección de fotos!]
Me alegro de que cada vez te guste más el barroco tardío. Disfrutarás entonces en Sevilla. Verdaderamente hay que cambiar el punto de vista para apreciarlo, sobre todo cuando se viene de ver la sencillez románica o el gótico etereo. Desde luego es lo contrario del minimalismo o la simetría clásica...
ResponderEliminarAquí en Andalucía, y en Sevilla no digamos estamos imbuidos en la rocalla barroca desde que nacemos y nos resulta muy fácil asumir esa locura, esa aparente falta de simetría y de armonía. Sin embargo no siempre ha sido así. Gestoso, que hizo una antología del arte hispalense a fines del XIX, dice barbaridades sobre las, hoy indudables, joyas barrocas de la ciudad y a fines del XVIII, el propio Cabildo de la Catedral, preso del gusto neoclásico, desmontó y quemó un fastuoso retablo barroco (antecedente del de la catedral de México) perteneciente a la Iglesia del Sagrario y que había costado una fortuna un siglo antes...