lunes, 4 de noviembre de 2013

Dante, Infierno 29-34

Qué liberación la del que termina una guardia: a colui che mal volentier vegghia (“el que una guardia mal sufrida deja” 29.78, trad. A. Crespo).

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Tremendo la locura de Atamante, cuando mató a su hijo: e rotollo e percosello ad un sasso (“y lo volteó estrellándolo contra una roca” 30.11, N. González Ruiz).

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Gran alegría de ver que está castigado en uno de los sitios peores de los infiernos Nimrod, por cuya culpa "no se habla en el mundo una sola lengua": pur un linguaggio nel mondo non s’usa (31.77).

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Les conté a mis alumnos por qué Tideo no llegó a recibir la inmortalidad que le traía Atenea; aquí lo dice de modo impresionante: Tideo si rose / le tempie a Melanipo: se puso a roerle los sesos (32.130-131)

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Escalofrío de encontrar en el penúltimo círculo inferior a uno que seguía vivo en el mundo (de Dante), pero que estaba muerto porque su alma está muerta: ed in corpo par vivo ancor di sopra (33.157).
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Uff, qué bien: En el último verso del Infierno, cuando salen de él: “e quindi uscimmo a riveder le stelle” (34.139).

2 comentarios:

  1. Tengo entendido que una vez Reagan le preguntó a un sabio que qué gracia tenía la Divina Comedia, o algo así. No sé lo que le respondió el sabio. Ese “e quindi uscimmo a riveder le stelle” que usted ha subrayado vale un potosí. ¡Gracias!

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  2. Hombre, esas cosas pasan. Don Juan Valera contó que algún político de campanillas se había sincerado con él en privado, diciéndole que un plastazo como los poemas homéricos no había quien se lo leyese.

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