Este segundo agosto en Valladolid fue volver a ver lo que ya había visto el primero, pero ganando -espero- en atención.
Madrigal es un pueblo de nombre bien novelesco y en el puro cogollo histórico de la creación de España como Estado.
Entramos de milagro en el convento (última visita a las 5), antiguo palacio donde nació Isabel la Católica. El claustro era muy sobrio, con arcos como de miga:
En un lateral, habían puesto en una lápida parte de una carta que les mandó desde la cárcel en Valladolid de mi fray Luis (y, vueltas que da la vida, fray Luis murió allí en 1591):
Polvos para las melancolías y pasiones del corazón.
Maravillosos esos polvos para la melancolía. Y las fotos.
ResponderEliminar¡Qué bueno¡
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