martes, 3 de septiembre de 2013

Casa de Cervantes

Esta vez fui a Valladolid como el germánico panzer: no dejar piedra sin remover. Y estuve hasta en la Casa de Cervantes.
Y no era casi nada: un sitio donde sabemos que vivió porque hubo un proceso criminal cuando murió a la puerta un tal don Gaspar de Ezpeleta. Hay ahí sabrosos y dolorosos datos de la pobreza, falta de respetabilidad y amontone familiar de los Cervantes en aquel pequeño espacio alargado, dividido por cuatro paredes.
Hablé con la señora que estaba vigilando, que me transmitió la emoción de imaginarme al Cervantes pobre allí, el que allí escribió la Novela, y coloquio, que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la puerta del Campo, a quien comúnmente llaman "Los perros de Mahudes".
Allí, al lado de donde vivía, sitúa la acción de esa novelita grandiosa el pobre Cervantes.

15 comentarios:

  1. La vida de Cervantes no es muy diferente a la de cualquier español del siglo XVI e inicios del XVII. La estrechez económica era general, incluso entre la pequeña nobleza. Su paso por la cárcel tampoco era infrecuente en los que se dedicaban a la recaudación de impuestos, arrendamientos de alcabalas y de sisas. Lo más grande de su vida fue, creo yo, Lepanto y El Quijote.

    Saludos y buen inicio de curso.

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  2. Ángel, por si no la has leído te recomiendo encarecidamente la biografía de Cervantes de Jean Canavaggio.

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  3. Sí, Retablo, quizá cargué un poco las tintas en la pobreza de Cervantes. El hecho es que me gustó recordarlo en aquella casa.
    Jesús, el de Canavaggio es uno de esos libros que he visto mencionar y que creo que voy a leer pronto, si puedo y con tu recomendación.

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  4. No, su entrada es muy certera. Sin duda alguna. Y ser pobre era lo normal hace cuatro siglos.

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  5. Uno de los lugares comunes cervantinos es la pobreza de Cervantes. El caso Ezpeleta es la punta del iceberg de un asunto escabroso, y es que los miembros femeninos de su familia, al menos desde su abuela, y sus hermanas (las que convivían con él en Valladolid) se dedicaron a la prostitución. Pero en esto parece que tampoco constituye una excepción en la realidad social de su tiempo. Su familia tuvo el suficiente dinero como para rescatarlo de Argel. Cervantes no era rico, pero en Esquivias (el pueblo de su mujer) llevaba una vida de algo así como ricachón de pueblo, de familia hidalga. Y en Sevilla llevó una vida a todo tren, con pasajeros incidentes carcelarios, inevitables en quienes llevaban manejos financieros.

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  6. Cito, de la "Aprobación" de Márquez Torres a la segunda parte del Quijote: "Muchos caballeros franceses de los que vinieron acompañando al embajador, tan corteses como entendidos y amigos de buenas letras [...] preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: «¿Pues a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?». Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento, y con mucha agudeza, y dijo: «Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo». No debía ser la pobreza de Cervantes tan normal ni tan ficticia, cuando Márquez Torres, que le conocía bien, la destaca así.

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  7. Cervantes, en Sevilla, y en Valladolid, fue lo que hoy decimos un hombre de negocios. La pobreza a la que alude su amigo el canónigo Márquez Torres, es más bien retórica, aunque con toda seguridad fundada en las estrecheces que podemos imaginarnos. Cervantes tenía muchos amigos entre mercaderes, banqueros, aristócratas y alto clero. Pobre de necesidad no debió ser, en ningún caso.

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  8. Depende de lo que se entienda por "pobre de necesidad". Voy a citar aquí unas palabras de la introducción a un estudio de Andrés Guijarro, profesor de Historia, de título ya tan expresivo como "Pobreza y desdicha. compañeras inseparables de Cervantes": "Pocos se han detenido a considerar a Cervantes como un hombre desdichado, que vivió en sus últimos años prácticamente de una generosa limosna, a quien la fortuna le dio la espalda desde muy joven y a cuya situación se avino, como dice en uno de sus versos: "Con mi corta fortuna no me ensaño...". De este Cervantes pobre, colmado de desgracias y casi arrastrado por la miseria deseo ocuparme aquí. A esa perspectiva quiero aplicarme. No porque se desconozca, sino porque es la que menos se quiere ver y más a regañadientes se ha frecuentado". Me temo que esa resistencia siga siendo cosa bien actual. Y cuando Cervantes alude (y lo hace docenas de veces) a su propia situación de pobreza, con decir que "está haciendo retórica", todo listo. Quizá eso tranquilice ciertas conciencias; no lo sé. (Por cierto, el estudio al que me he referido se publicó en "Religión y cultura", LII (2006), págs. 141-158).

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  9. Estudioso por estudioso, redirijo a los escritos cervantinos del profesor Francisco Márquez Villanueva, recientemente fallecido, donde pone en tela de juicio los tópicos acerca de Cervantes, incluídas las protestas de pobreza. Que Cervantes se quejase de pobre, sería por algo. Aunque tampoco hay que descartar que fuese tendencia a una vida de pobreza voluntaria y aceptada, de signo cristiano profundo. Tampoco le faltaría qué comer hasta sus últimos días, luego no fue pobreza de solemnidad, digamos. Léase casi su último escrito, a pocos días de su muerte, el prólogo al Persiles, en que el clima moral que trasmite es desengañado, pero aún así y todo, regocijado (como siempre), incompatible con una situación material de necesidad paupérrima.

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  10. Lo de la "pobreza voluntaria y aceptada" me parece a mí poco compatible con la cantidad de veces en que, como ya he dicho, se queja de ella, o con las abundantes tentativas que sabemos hizo por evitarla. En cualquier caso, ese "lugar común" a que se refería Joaquín parte precisamente de eso, de las quejas repetidas del propio Cervantes, por lo que convendría, pienso yo, prestarles (dada la calidad de la fuente) alguna atención.

    Como también convendría, de paso, prestar alguna a las palabras que se emplean. Lo que sabemos de "los miembros femeninos de su familia" (no todos, por cierto) es que en algún caso, tras haber convivido se supone que maritalmente, o más o menos, con un hombre BAJO PROMESA DE MATRIMONIO (situación, ésta sí, nada rara entonces, prevista legalmente y documentada en muchos casos) aceptaron una compensación económica por el incumplimiento de dicha promesa. La prostitución ("actividad que consiste en ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero", según Dª María Moliner) es cosa muy distinta.

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  11. En el siglo XVII se consideraba pobre cualquier persona que tuviese que trabajar para vivir (incluidos los dedicados a ejercer profesiones liberales) o que careciese de un patrimonio lo suficientemente cuantioso en tierras, casas, juros, censos y oficios públicos. He visto muchos documentos del tiempo de Cervantes, en los archivos, en los que hidalgos, clérigos, abogados, cirujanos y escribanos declaraban ser pobres. No quiere esto decir que viviesen en la más horrible de las miserias. Creo que la pobreza de Cervantes habría que entenderla en este contexto.

    Saludos.

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  12. Si entiendo bien lo que dice el amigo del "Retablo", que Cervantes fuese pobre sólo significaba que tenía que trabajar para vivir. De manera que Márquez Torres hizo mal en señalarlo, los franceses a que se refiere peor aún en lamentarse por ello, y el propio Cervantes, que tantas veces SE QUEJÓ (subrayo) de su pobreza, no digamos. ¿Por qué será que cuesta tanto aceptar la palabra del propio Cervantes? No le creyeron en vida, y por lo que se ve la maldición sigue aún cuatro siglos después. Pobre Cervantes. Me recuerda esto lo que alguien, no recuerdo quién, decía respecto a tantas teorías que suponen que no fue Shakespeare el autor de sus obras, y prefieren creer en un autor más aristocrático: sería demasiado modesto su origen y limitados sus estudios para que hubiera podido escribir así. Pues vaya: parece que se puede escribir la obra de Shakespeare sin ser aristócrata, y el Quijote siendo pobre. Qué le vamos a hacer.

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  13. Después de las últimas precisiones, el caso de la pobreza de Cervantes está visto para sentencia.

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  14. Muchas gracias por todos vuestros comentarios: he aprendido mucho de todos.

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  15. Bueno, yo solo estoy leyendo el Quijote, por el capítulo XXX.

    Un abrazo

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