Cabodevilla no pudo leer
Deus caritas est. Seguro que le habría encantado:
A Eros lo definía san Agustín como “amor de miseria”, en contraste con Ágape, que es “amor de misericordia”. Lo que distingue verdaderamente a lo erótico no es la impureza moral, sino la miseria, es decir, la menesterosidad. Sólo Dios es puro Ágape, no porque sea un ser puro, sino porque es autosuficiente. Nosotros no podemos amar el bien si no es buscando nuestro propio bien, ese bien del que carecemos (p. 215 n. 369).
Y tiene unas cuantas páginas sobre el "amor interesado" que estoy seguro que tranquilizarían a mucha gente que piensa que solo el "amor desinteresado" -el que está libre de todo ¿interés?- "cuenta".
El hijo pródigo no volvió a casa por amor a su padre, sino porque tenía hambre. (…) Si queremos hablar de amor, debería decirse al menos que se trata de un amor interesado.
Pero a continuación deberíamos decir que ese amor interesado es muy estimable y digno de alabanza. La maravillosa acogida dispensada al hijo por su padre así lo demuestra; en cierto modo induce a pensar que las cosas tenían que ser así, que las cosas son siempre así, que el amor de las criaturas en siempre un “amor de miseria”, nacido de la necesidad y deseoso de remediarla (p. 215 n. 370).
Este tema es un estribillo en la obra de Cabodevilla: aparece uno y otra vez. Para mí fue fundamental su descubrimiento, como otros muchos que tengo que agradecer a Cabodevilla, gran relator de la debilidad humana, "poco inferior a los ángeles" me atrevo a decir.
ResponderEliminarQué bueno. Un amor de miseria. Que nos lleva a otro amor muy estimable y digno de alabanza que es el amor de gratitud.
ResponderEliminarDe no ser menesterosos tampoco agradeceríamos. Eso es lo que le pasa al hermano del pródigo ¿no? Que no se da cuenta de su menesterosidad.