domingo, 7 de octubre de 2012

Museo Nacional de Estocolmo 10

Entre grandes cuadros de pintores europeos iban poniendo alguno sueco.
Hasta el XIX casi no hay nada que pase de medianejo, pero luego hay algún pintor que merece recordarse, por ejemplo Anders Zorn (1860-1920), especialmente su Baile en mitad del verano, tan movido y tan melancólico (ese color de sol no muy alto que viene de lado):

[aquí para ver en grande]

Pero el que me gustó de verdad fue Carl Larsson (1853-1919), un pintor de línea clara de tan extremadas cualidades para el dibujo que solo tiene el problema relativo de que le puede gustar a todo el mundo (y ya sabemos que eso es malo, ¿no?).
Cada cuadro suyo que veía era admirable. Por ejemplo este retrato de su mujer:



O de ella convaleciente:


O su hijo Pontus:


Y acuarelas alucinantes, que prefiguran mucho de lo que serán luego las ilustraciones del siglo XX. Por ejemplo esta:


O la serie sobre su casa [por ejemplo este cuadro bien grande].

O este otro:


Pero también los grandiosos frescos que hizo para el Museo, como este Sacrificio en medio del invierno, o de la Entrada de Gustavo Vasa en Estocolmo.

Hay una web oficial y otra no oficial: las dos con muchos cuadros suyos.

5 comentarios:

  1. Qué maravilla la luz del baile (me ha recordado a la luz de Heaven's Gate, el bodrio de Cimino, pero luego he comprobado que no se parece tanto).

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  2. Formidable el tal Larsson, todo un descubrimiento para mí. Pero es cierto que es demasiado "bonito" y quizás se entienda demasiado bien y le guste a la gente "sencilla", en cuyo caso tendremos que disimular...

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  3. Ah, vaya no he visto la película de Cimino.
    Y sí, mejor disimular.

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  4. Me encanta Larsson, tengo muchas postales suyas que me compraba mi abuela en una papelería del barrio de Salamanca, de Madrid. Puede que sea "fácil" -o tal vez precisamente por eso-, pero a mí me gusta muchísimo.
    El cuadro del baile es maravilloso: a mí, sin embargo, me ha recordado a "Único testigo", aquella película de los Amish, del australiano Peter Weir.

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  5. Vaya, no sabía que fuese conocido aquí. Y es muy difícil ser fácil, claro.

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