Los suecos se llevaron todo lo que pudieron de sus razzias de aquellos años de sueños imperiales (la Guerra de los Treinta Años) por el Norte de Europa (su Sur, para entendernos).
Y gracias a ello me encontré allí un cuadro de Hans Baldung Grien, que quizá podría haber visto yo mismo antes en Praga, de donde seguramento lo chorizaron (o quizá no; no vamos a ponernos ahora a si tú me hiciste eso o aquel te hizo esto otro: no vamos a caer en ese vergonzoso choromiquerismo de los griegos, que da pudor oírles, qué pesadez).
A lo que íbamos: es el dios Hermes y el cuadro es extraordinario. Por decir algo: fijaos qué cabeza [aquí mejor], qué bien pintada, aunque -ay- no hayáis podido verla en directo.
Y todo lo demás, bien misterioso: ¿a los dioses griegos les crecían plumas en salvan sean las partes? ¿qué hace una especie de león/pantera mirándose en el agua cual narciso?
¿Y esa fuente? ¿Y esos animalitos que saltan por la hierba? ¿Y esa liebre sentada?
Muy bueno, muy al estilo de Durero y Cranach. Por cierto ya nos dirás, al menos a mí, que es eso de choromiquerismo...
ResponderEliminarAh, sí, se me pasó: es del gallego choromicas, 'choromiquieiro': llorón
ResponderEliminar¡Ah! un llorica de toda la vida...
ResponderEliminarMe ha recordado a Masaccio. Muy chulo
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