jueves, 6 de septiembre de 2012

La biblioteca de Asplund


[portada: foto de invierno que cojo de aquí]




[estas dos las hice yo; la parte trasera más baja la añadió Asplund después]

Yo hacía años que la tenía vista en los libros de arquitectura, la mítica biblioteca pública de Estocolmo de Gunnar Asplund (especialmente en aquel librito monográfico en la editorial Gustavo Gili, que miraban y remiraban con arrobo los alumnos de Arquitectura de mi generación).

A Asplund le salió un edificio tremendamente sencillo de formas, rotundo [=redondo], eficaz y funcional. Y para colmo, con características de esas que los arquitectos comentan con entusiasmo:

1. es un hito urbano

[plano, de aquí]
Estocolmo es una ciudad plana, pero con mogotes por el medio. En la expansión al norte, Asplund puso esta biblioteca en un extremo de una parcela.
En una ciudad básicamente paralelepípeda, un edificio con un cilindro en el medio basta como hito, no estridente, pero icónico (palabra muy de arquitectos).

2. es clásica, pero no
Su referente más citado es la Rotonde de la Villette de Ledoux, de finales del XVIII:

Lo que creo yo que hace es, con esa referencia, buscar algo previo a Grecia, que es lo que estaba haciendo todo el mundo a principios del siglo XX. Con ello se abrió el camino a todo lo que vino después: roto el canon griego, ya vale todo (y de ahí mi ambivalencia con este edificio, igual que con la iglesia de Engelbrekt).
En este caso me parece evidente la inspiración egipcia. Lo que hace Asplund es quitar todo lo más evidentemente clásico (frontones, columnas, capiteles), quedarse con volúmenes geométricos (cilindro en una estructura primero en forma de u, luego cuadrangular) y dejar lo clásico ya solo como decoración: en concreto en una tira de jeroglíficos que recorre el centro del edificio (donde se codifican todos los saberes), en los interiores de las entradas (una cenefa griega) y en unos relieves muy bonitos con escenas de la Ilíada en el hall que da a la escalera de entrada al cilindro central.






[foto de aquí]

3. la entrada, en pendiente, crea un camino iniciático y todo tiene un aura de sagrado
Esto del camino iniciático sí que les vuelve locos a los arquitectos. Es muy apropiado aquí, con esa inspiración egipcia, porque las bibliotecas eran los modernos templos de aquel siglo XX 'moderno': es toda una experiencia entrar, subiendo continuamente hasta llegar al espacio central, que está rodeado de libros: toda una imagen espacial del ideal ilustrado (pero ahora -en nuestra postpostmodernidad- estamos empezando a tirar los libros).








Más fotos aquí, aquí, aquí.

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