martes, 31 de enero de 2012

Girardeo a David

La lectura de la Misa del sábado se me iluminó con perspectivas 'girardianas':
En aquellos días, el Señor envió a Natán a David.
Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped».
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera».
Natán dijo a David: «¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amoníta. Así dice el Señor: “Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día.”»
David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.»
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.
Lo que se me ocurrió es que el rico quiere la cordera del pobre porque el pobre la aprecia (el 'deseo mimético': no la quiere por sí misma; él ya tiene muchas). Con ello fuerzo un poco la interpretación, porque el texto señala hacia la avaricia ('no queriendo perder una oveja o una buey'), pero fijaos que esto es una comparación: el que se tiene que sentir aludido es David, que debe comprender que lo que se está contando en realidad es que él se llevó a Betsabé, que era una mujer hermosa, pero también la mujer de otro (2 Sam 11.1-2: y podría intentar apoyar esto en el manido tema del placer de la fruta prohibida, el deseo de lo que es bueno para otro percibido como bueno para uno mismo, en cuanto manifestación del deseo mimético).
David, que todo lo está viendo en términos de posesión, maldice al supuesto robacorderas. En realidad la maldición es una constatación: el mal ya está actuando en él, en la medida en que ha iniciado una cadena de violencia y está metido en una dinámica de arrebatar (y que tampoco se calma con la posesión) y que ese mal se perpetuará en sus hijos: Absalón es el ejemplo tremendo de otro David lleno de deseo de poder y que llega a apoderarse de las mujeres de su padre [2 Sam 16.22]. No hace falta que Dios mande un castigo: el castigo ya está actuando en la medida en que continúa ese mecanismo de deseo mimético y violencia.
Y ahí -solo ahí- está la grandeza de David: al descubrir y reconocer que su pecado es contra el Señor, la cadena de violencia se rompe. No es cuestión (solamente) de avaricia o lujuria: es la actitud de posesión la que tiene que cambiar.
Y que Dios perdone su pecado es lo grandioso. Las consecuencias de este continúan, pero David es grande a pesar de todo, entregado a Dios y pidiendo por ese hijo que va a morir.
Quizá la clave de su conversión estuvo en identificarse con el pobre cuando Natán le dijo: "¡Eres tú!". El modo de cuidar de la cordera ("era como una hija") lo comprueba luego David, que perderá a su hijo.
Y sobre todo yo veo en el trasfondo a Dios Padre que pierde a su Hijo, cordero inocente, a manos de los que desean poseerlo por puro mimetismo de deseo convertido en la búsqueda de la víctima propiciatoria (y acaban destrozándolo; pero -por suerte- no pueden: pensando que lo destrozan Él se nos entrega).

5 comentarios:

  1. Toma ya! Me ha fascinado, porque esta historia de David siempre me cautivó. Del arrepentimiento nacen los mejores salmos.

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  2. Excelente análisis girardiano. Y qué impresión la velocidad con la que Dios perdona a David, vía Natán. Tu explicación: que se haya identificado con el dueño de la corderilla es luminosa.

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  3. Grande, Ángel.

    Con la escena de David y Natán comienza "La vida en el señorío de Cristo" de Raniero Cantalamessa, una meditación imprescindible sobre la Carta a los Romanos.

    Y cuánto he meditado sobre David y cómo un grandísimo pecador puede tener un linaje del que nazca el propio Cristo. Enorme en este sentido el poema de Ibáñez Langlois que transcribí en una vieja entrada de mi inerte blog.

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  4. Muy buen análisis del texto. A mí de este episodio, lo que siempre me ha impactado, después de ver a David totalmente "solidarizado" con el dueño de la cordera, ajeno por completo al vuelco que va a dar la historia, es el que yo me imaginol grito del profeta Natán: "Tú eres ese hombre!". A continuación, supongo que David caería derrumbado. Y luego, el perdón incomprensible de Dios.

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  5. me emociona ver la sintonía de los que leemos a Girard... y las corrientes que se establecen ...
    tengo un grupo de investigación que sigue este tema. Acabamos de traducir para Encuetnro El sacrifico de Girard.. te lo recomiendo, ya está en las librerias. si quieres contacto contigo cuando organicemos algo... angel barahona Nuetra web es angelfilosofia.es y xiphiasgladius.org
    Genial tu video y análisis del sacrificio... podríamos comaitr textos... ¿Dónde das clases?

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