martes, 19 de julio de 2011

Llamar a la puerta de los capuchinos

Primero dicen todos sus títulos: un prodigio de nombres hermosos de Mitteleuropa.
Luego todo lo que hizo (y sí que hizo mucho).
Pero sólo les abren cuando dicen solo: Otto, ein sterblicher, sündiger Mensch (Otto, una ser mortal y pecador):


[contexto y vía aquí]

Y después de todo eso, hace que entierren su corazón aparte, en Hungría. Ay, el imperio austrohúngaro.

8 comentarios:

  1. Qué buen señor si hubiese tenido buenos vasallos...

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  2. La mística de la realeza se comprende con ejemplos de esta altura. Polvo y ceniza.

    Y, además, hay que volver a leer La Cripta de los Capuchinos de Joseph Roth.

    Reciba mis saludos.

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  3. Pude contemplar en vivo las exequias de Otto von Habsburg el sábado en Viena y puedo decir que fueron imponentes. La grandeza y la pompa hermosa del rito católico en Stephansdom, la música de Haydn elevándose en esas naves nobles. Las calles espléndidas acogiendo a las delegaciones venidas de tierras magiares, croatas, tirolesas, triestinas, con sus trajes de gala...Los miembros de la Orden de Malta desfilando con solemnidad por el corazón antiguo de la capital. Y, luego, esa sobria y humilde llamada ante las puertas de la Cripta de los Capuchinos, en la vieja plaza del Neuen Markt, esa despedida última donde el poder y la historia se someten al fin al veredicto de Dios y sus leyes. No es necesario ser monárquico o tener nostalgias pasadistas para saber contemplar sin embargo con respeto esa escena tan noble y elegante.

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  4. Goldberg, nos das envidia a todos: y gracias por contar tus impresiones.

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  5. Con mucho gusto, gracias a usted por las interesantes entradas que ofrece en su blog. En todo caso, y como fue recomendado anteriormente con mucho acierto, la lectura de grandes escritores como Joseph Roth, o Heimito von Doderer, por ejemplo, pueden ayudar a salvar casi todas las distancias y dejarnos sentir la grandeza de ese pasado centroeuropeo...

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  6. Die grosse Europe. Athenas. Qué regalo. ¡¡La cripta de los capuchinos!!

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  7. Un rito hermosísimo, qué gran dignidad por ambas partes. Impresionante ese "No lo conocemos" de los capuchinos... Sólo los grandes de verdad saben que abajándose donde hay que hacerlo crecen en dignidad.

    Y después te acuerdas del Pepiño con una pata sobre la otra y jugando con el móvil, sentado en primera fila en la catedral de Santiago en la ceremonía de apertura del año santo, y te dan ganas de llorar.

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