El título de «Los Baroja» despista y el subtítulo de «Memorias familiares» también: son las memorias de Julio Caro Baroja; y sale su familia, claro, y mucho, pero al final es un retrato suyo.
Y se esfuerza por darnos una imagen poco atractiva de sí mismo: un hombre enfermizo, indeciso, sin acomodo claro en el gran mundo, triste aunque educado, que se define como «puritano sin religión positiva», criado por institucionistas, alimentado de enciclopedistas franceses y con modelo último en Epicuro.
Escribe tremendamente bien. Hay páginas que merecerían marco y paspartú.
Me resultó tremendamente interesante todo lo que cuenta -aunque acaba cansando esa manera de mirar la vida desde un lado del cuadrilátero, sin intentar comprender a los que ve del otro lado.
Y su familia -sus tíos, su madre- está del lado bueno del cuadrilátero: todo lo que dicen, todo lo que hacen, todo lo que piensan es excelente.
Yo tenía el recuerdo del libro de Gil Bera, Baroja o el miedo, que da una visión muy crítica de esos relatos familiares: me ayudó a un cierto escepticismo, necesario en un libro como este, que atrapa en una retórica fascinante para el objetivo final: la glorificación de la familia de los Baroja y la entronización de sus ideas (y sobre todo sus prejuicios) como los únicos posibles.
Vaya, y después de leer un ejemplar medio descuajeringado, resulta que acaban de reeditar el libro ahora.
Tu recensión me parece excelente, y muy buena la imagen del cuadrilátero, cuyo centro no pretenden ocupar, sino una de sus esquinas en las que se parapetan señorialmente, demasiado señorialmente.
ResponderEliminarSin estar en desacuerdo con lo que escribes sobre ‘Los Baroja’ de Caro B., en relación con esa imagen tuya del cuadrilátero, también es verdad, en cierto modo, que se trataba entonces, cuando el texto se escribió, de una familia que había sido mucho en la cultura y a la que, la época, ya les había quitado esa cierta preeminencia que tuvieron.
ResponderEliminarPor cierto, estoy leyendo unas memorias, las de Jaime Salinas -‘Travesías’-, que me están gustando mucho. Voy por la mitad y las comencé hace un día y medio. Están dominadas por el conflicto con su padre, el poeta Pedro Salinas, pero todo contado de una manera muy indirecta, que revela todo, pero desde el respeto.
El libro de Gil Bera es demoledor. Y escrito con una fluidez admirable.
ResponderEliminarSaludos.