lunes, 27 de junio de 2011

Clericalismos varios

El sábado fue la Misa de san Josemaría en la Catedral.
La presión de la compasión forzada por las señoras mayores que merodeaban los asientos me acabó empujando al fondo, a los escalones del lado de Azabachería.
Y no ayudaba a estar atento que pasasen por delante todos los peregrinos despistados.
Hasta cruzó una novia que se iba a casar en la Corticela (la Catedral tiene una parroquia fagocitada dentro, jurídicamente independiente).
Me hizo gracia un tío con una camiseta estridente, en la que alguien había juntado a Gaudi con la frase Sex, Drugs and R & R (muy propio, pensé: del arte sentimental al hedonismo real).
Y delante de mis narices hubo un cruce galáctico: dos Heraldos del Evangelio (botas de montar, cruz de Santiago pero medio blanca, cadena en vez de cinturón) se cruzaron con uno de la Orden y Mandato de san Miguel (hábito azul y amarillo, lo más llamativo que se ve en el mundo católico: y por cierto, qué gran labor están haciendo en la Catedral).


Cuando el Botafumeiro, la gente aplaudió. Les debió de dar un infarto a los liturgistas que pasasen por ahí: por muy grande que sea el incensario, se supone -en la más pura ortodoxia de los signos- que no hay que aplaudir que se ofrezca incienso a Dios, pero cuéntale eso a la gente que ve un incensario de un metro recorrer la nave hasta el techo, tirado por ocho personajes vestidos de escarlata. A mí me divierte el botafumeiro, pero cuando vi que Benedicto 16 ni lo miró -estuvo recogido, mirando hacia dentro-, me di cuenta de que qué pinta ese monstruoso incensario haciendo malabarismos por el crucero. Aunque no sé, el derroche de incienso está bien, visto de otro modo.

Y ayer, la procesión del Corpus: olor a incienso por las calles, cantos del coro de la Catedral, la Banda Municipal, la muy hermosa custodia, una voz nasal y clerical por los altavoces, pétalos tirados desde los balcones.
Acabamos en el Obradoiro. Al fondo, diez «indignados» indolentemente sentados en sillas de camping: no sé qué les pareció que el señor Arzobispo les dijese -de buen rollito, lo hubiera preferido más flanneriano- que Jesús acampó entre nosotros.

1 comentario:

  1. Me ha encantado, Ángel; cuando escribes cosas así me dan ganas de poner en el mío una columnita de enlaces recomendados como la del tuyo...

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