jueves, 10 de marzo de 2011

Pedro Fernández de Castro[jeriz] en una mañanita de sol

El domingo pasé de lado por el CGAC y ni me preocupó.
Iba al Museo del Pueblo Gallego [como es una hipóstasis, va con mayúsculas] a una exposición sobre el Conde de Lemos que disfruté mucho, aunque eran sólo paneles, por el personaje:

Don Pedro Fernández de Castro [de los Castro de Castrojeriz] fue virrey de Nápoles y famoso mecenas.
Parece que tuvo pujos de poeta y de reformista (introductor del maíz, parece).
Cervantes le dedicó la segunda parte del Quijote y le escribió, cuatro días antes de morir, la inmortal dedicatoria del Persiles:

A DON PEDRO FERNÁNDEZ DE CASTRO, conde de Lemos, (...).
Aquellas coplas antiguas (...) quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo:

Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.
Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a Vuesa Excelencia (...). Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de las Semanas del jardín, y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía, que ya no sería ventura, sino milagro, me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de La Galatea, de quien sé está aficionado Vuesa Excelencia. Y, con estas obras, continuando mi deseo, guarde Dios a Vuesa Excelencia como puede. De Madrid, a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y seis años.
Criado de Vuesa Excelencia, Miguel de Cervantes

De las obras de arte del Conde ya disfrutamos en aquella vista a Monforte.

Y después hice una incursión de dos minutos en la Zona "C", para contarlo: tontorrona exposición de Carolina Caluori en la que, después de grandes circunloquios y alharacas museísticas, acaba exponiendo fotos de Santiago hechas por turistas.



Y de vuelta, en la Algalia, el escudo de la casa donde estaba Cantigas e agarimos, agrupación folclórica que nos torturaba con las músicas de gaita y que por fin se ha ido con la música a otra parte (de la ciudad).
Yo me miro alegrándome de eso y no me sale una imagen mía muy favorable (pero es una imagen mía).

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