Del Museo de Pontevedra, por empezar con algo:
-Tesoros de oro puro que admiraban por su simplicidad y cantidad (y por pensar en quien los escondió).
-Un hallazgo de cientos de hachas de bronce -parece que la gran industria de ese Edad desde Galicia, hasta que los fenicios empezaron a saturar el mercado con el hierro-: todas nuevecitas, sin usar, tres mil años después.
-Nos gustó mucho la cámara de la Numancia, la fragata de Méndez Núñez que han instalado en la planta baja: era estar en un barco del XIX, y casi con la misma claustrofobia: ¡techos muy bajos!
-La colección de objetos de plata donada por Gonzalo Fernández de la Mora era -cómo decirlo- apabullante; objetos de todo el mundo, casi todos impresionantes; pero muy pocos hermosos.
Me va a entrar complejo con lo de aparcar de culo. Yo lo hago casi siempre que puedo, es más cómodo después, y además, modestia aparte, lo suelo clavar a la primera...:)
ResponderEliminarCreo que lo hago porque mi padre me decía que a los coches en invierno les cuesta arrancar en frío marcha atrás.
Andrés, acabo de ver en el aparcamiento de mi Facultad a una chica que aparcaba hacia delante: ¡qué complicado es todo!
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